CAPÍTULO DIECISÉIS
El corazón de Remi se aceleró. El profesor del colegio comunitario estaba de pie a apenas diez metros de ella, dedicándole una desafiante mueca.
—Profesora Laurent. Supongo que no debería sorprenderme.
Remi, tensa, resistió el impulso de retroceder. Recordaba los veranos en la Provenza, cuando era niña, en la granja de sus abuelos, y que le decían que si uno de los perros del vecindario le gruñía se mantuviera firme y no mostrara miedo.
Andrew Critchfield sacudió la cabeza—. Tengo que admitir que no te descifré bien. Pensé que eras un ratón de biblioteca de la torre de marfil. Resulta que estás loca.
—¿Yo?
¿Un profesor don nadie que trabaja en un colegio comunitario desconocido llamando loca a una de los principales medievalistas del mundo? ¡Qué descaro!
«Pero, ¿a
