When you visit our website, if you give your consent, we will use cookies to allow us to collect data for aggregated statistics to improve our service and remember your choice for future visits. Cookie Policy & Privacy Policy
Dear Reader, we use the permissions associated with cookies to keep our website running smoothly and to provide you with personalized content that better meets your needs and ensure the best reading experience. At any time, you can change your permissions for the cookie settings below.
If you would like to learn more about our Cookie, you can click on Privacy Policy.
Sobre la alta cumbre por encima de la ciudad yacía en la penumbra el castillo de Edinburgh, que temblaba ante las frías ventiscas otoñales. El viento soplaba a través de las troneras en las grises almenas, agitaba la bandera contra el asta y llevaba polvo y basura a cada rincón de la fortaleza. Me envolví más en mi capa de algodón con capucha, consciente de que este frío era solo el preludio del largo invierno que se avecinaba, pero más preocupado por el mensaje que me había traído hasta aquí. Luego de regresar a salvo de la campaña en Otterburn, me instalé en mi tranquila torre a la sombra de las colinas de Eildon y me ocupé de mi pequeña porción del botín. Cumplí con mi parte, ayudé a mi señor a ganar la batalla y ahora no quería nada más que una vida pacífica, hasta que apareció un men