Capítulo 16. El regreso de una pesadilla

1013 Words
Mientras discutía con Henry este me tomaba del brazo y me sacudía de un lado a otro, mientras intentaba zafarme de él a lo lejos escuchaba la voz de Eduardo gritando a todo pulmón… Hey, oye tú, imbécil no te atrevas a ponerle un dedo encina a esa mujer ¿que no entiendes? —¿Quien demonios eres tú? Ah, ya sé, tú eres el mozo de mi esposa con quien esta ha pasado los últimos días —No te atrevas a faltarme el respeto no soy igual que tú, jamás haría lo que tú me hiciste, he respetado el papel que nos une hace más de veinte años, así que no te permito que sigas ofendiendo mi moral —Si no quieres que te siga diciendo de cosas te exijo que vengas a casa conmigo ahora —Usted no tiene porqué exigirle nada a la señora Mayo, ella es adulta y es muy capaz de tomar sus propias decisiones —Mira niño, calmadamente te pido que no te metas en los problemas de mi esposa y míos, no eres nadie aquí, es más no sé qué haces aquí todavía, es mejor que te largues —Eduardo por favor vete, yo resolveré este inconveniente, gracias por tratar de ayudarme, luego te busco —Pero Mayo no puedo hacerme el desinteresado si este hombre te está maltratando, no me lo permito —Ya escuchaste imbécil, lárgate qué aquí estas sobrando —Por favor Eduardo, te lo ruego vete te prometo que te buscaré —Me marcho porque usted me lo pide señora bonita, que conste que no quiero alejarme —¡ Ja! Señora bonita, no seas ridículo hombre, ya lárgate Eduardo se marchó de allí con la mirada baja, yo me sentía muy mal por como el presenció una estúpida pelea sin sentido alguno —¿ Qué vas hacer Mayo? —¿ Para que quieres que vuelva? ¿Ya le contaste a mi hijo lo que has estado haciendo a sus espaldas? —¿ Solo dime si vas o no a volver conmigo ahora? De lo demás no sabrás nada más, te conviene volver ahora Mayo —Está bien volveré a la ciudad contigo, lo que no entiendo el porqué quieres insistentemente qué vuelva ¿qué hiciste Stiletto? —Descuida qué mi hijo me sigue amando más que nunca, nunca debiste amenazarme con destruirme ese fue tu gran error, no vas a poder conmigo Mayo, siempre estarás bajo mi sombra, entiende que desde el día en que nos casamos te compré, eres y seguirás siendo mi esposa hasta que se me antoje, no arruinarás mi reputación de buen esposo y padre —Estas bien equivocado si crees que me seguirás dañando la vida, no sé qué estás planeando pero no te saldrás con la tuya, te juro por mis hijos que un día me vas a pedir de rodillas que te perdone por todo el daño que me has hecho Me di la vuelta y le cerré la puerta en la cara —Te espero en el auto cielo Me dio tanto coraje que empecé a llorar, otra vez llorando por ese idiota Mayo ¿hasta cuando vas a llorar por culpa de Henry? Empecé a empacar mis cosas en la maleta mientras las lágrimas mojaban la cama, me senté un momento y empecé a reflexionar sobre la vida tan triste que he llevado, solo de sufrimiento y dolor, los años que viví feliz fueron borrados con tanto dolor, no se como librarme de ese hombre tan narcisista, es cruel y sin escrúpulos. Terminé de empacar mis cosas, abrí la puerta y arrastré la maleta hasta las escaleras, Eduardo se encontraba sentado en uno de los escalones, me quedé mirando su espalda sin saber como decirle que esta sería nuestra despedida Cuenta Eduardo… Mientras subía las escaleras escuché que alguien discutía, lo mas extraño es que esa voz es idéntica a la de la señora Mayo, reduje el paso y observé qué un hombre alto y canoso la sostenía por sus brazos y le gritaba de cosas, no me pude contener y corrí a socorrerla, intenté defenderla pero ella me hizo a un lado, y descubrí que ese hombre es su esposo, me fui de ese lugar forzado esperando a que esta bajara para poder entender lo que ya había visto Me senté un momento en el lobby y quien bajó primero fue el pesado de su marido, de inmediato supe que ella se había quedado arriba así que me senté en las escaleras a esperar a que bajara y fue cuando escuche las ruedas de una maleta y supe que ella se marcharía, así que miré hacia arriba y ella estaba parada justo en el primer escalón Volviendo a Mayo.. —Disculpa por el mal rato que te hice pasar, no debiste ni observar lo sucedido —Descuida ¿Estás bien? —Si, gracias por tu interés en preguntar —Perdón que me entrometa en lo que no es de mi interés pero ¿Por qué permites que ese señor te siga tratando así? Somos libres, el ser humano es libre de elegir sus decisiones, sean malas o buenas —No lo entenderías Eduardo ¿acaso crees conocerme? Que te haya contado parte de mi vida no quiere decir que me conoces, solo sabes lo que te conté —No quiero sonar insistente contigo pero no debes de permitir dicho maltrato, eres una mujer hermosa, segura de si misma que me demostró que vale mucho más de lo que piensan los demás —Necesito que te muevas de las escaleras, debo pasar porque me están esperando, venir aquí fue un error, pensar que iba a escapar de mi destino fue muy egoísta Eduardo se levantó de las escaleras y se movió a un lado y me dejó pasar, pero no antes sin tomarme del brazo y susurrar a mi oído “Aún estas a tiempo de salir de esa cárcel, eres fuerte y muy capaz, cuídate Mayo y espero verte pronto” Me solté y seguí caminando hasta la salida sin pronunciar palabra
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