Inyección

904 Words
— ¿Que harás esta tarde? Estaba terminando de amarrarme las agujetas, mi celular estaba en altavoz mientras yo hablaba con Gerardo. — ¡Iré a la feria del queso! — ¿Iras con tu familia? Me puse de pie, esta vez no era necesario que yo llevara mis anteojos puestos; Jair aún no sabía sobre mi verdadera identidad y el hematoma ya estaba desapareciendo de mi mejilla, solo era una mancha marrón. —No. Iré con Jair. — ¿Jair? —Si. El cuate que nos encontramos en la plaza el domingo. ¡Aún no hablábamos sobre lo que había pasado exactamente el domingo de los helados! ¿De verdad serían celos? ¡Joder! Ya no es tiempo para andar pensando cosas así. — ¿Y solo irán ustedes dos? Su pregunta me hizo asentir. Me mire en el espejo por algunos segundos y me sentía demasiado bien. —Si. Solo iremos los dos. ¿Por qué? Me puse la mascarilla. Eran las seis de la tarde. — ¿Puedo ir contigo? ¿Cómo le dices a tu crush de toda la vida que ahora trabajas como escort y que tú cita de esta tarde es con un hombre al que le trabajaste? Que claro, no hubo sexo y tampoco besos (de boca); todo fue simplemente un rato de compañía inocente. ¡Pero que dilema el mío! A estos dos hombres les estaba mintiendo. —Gerardo tu… El golpe intenso a mi puerta me hizo tirar un perfume al suelo, todo se hizo fragmentos de cristal y el aroma me hizo perderme por algunos segundos. — ¿Está todo bien? —preguntó Gerardo. —Si. Es solo que… — ¡Jamie! —la voz angustiada de Emilio me hizo abrir las pupilas de golpe. —Gerardo ¿me puedes esperar tantito? Algo pasa con mi hermano. —Sin problema. —Ahorita regresó. Deje el celular sobre el sofá de mi cama y corrí a abrir, los golpes de mi hermano eran muy insistentes. Abrí sin dudar y su cara me hizo sorprenderme. Su respiración estaba agitada y sus ojos parecían estar al borde la las lágrimas. — ¿Qué pasa? ¿Qué tienes? ¿Está todo bien? — ¡No! ¡Es papá! — ¿Que tiene papá? —Mamá no puede ponerle una inyección y necesita el medicamento. ¡Ayúdala! Se está rebelando mucho. Entonces corrimos hasta el cuarto de mis padres. Papá estaba sentado y su semblante era de enojo. ¡Otra escena de este tipo! — ¿Qué pasa? —pregunte en tono de voz autoritario. Todos se giraron a mirarme. —Papá no quiere que mamá le ponga su inyección —dijo Estefan. ¡De vuelta con esta dificultad! A papá le aterraban las agujas. Tan solo la sensación de sentir como el piquete atraviesa la carne, el líquido entra al cuerpo y ese tacto tan invasor a su privacidad; eran cosas por las que las inyecciones no le agradaban ni en lo más mínimo. — ¿Para qué es la inyección? —le pregunté a mamá. Ella alzó la mirada y me pasó la caja de la ampolleta. ¡Era una beyodecta! — ¡Es que no la necesito! —dijo papá intentando excusarse. — ¿Por qué dices eso? —Pues porque ya estoy sano. ¡Ya no me voy a morir! Verlo en esta situación me hacía sentir demasiado conmovido. Él parecía ser un niño chiquito, mi papá había cambiado tanto en su carácter. —Si ya sé que no te vas a morir, pero de verdad necesitas esta inyección. El doctor dijo que… — ¡Pura tortura con ese doctor! Yo me siento bien. —Pero es que… — ¡No! Ya dije que no me la voy a poner. Sentado en su cama, nosotros mirándolo con mucha atención. ¿En qué momento fue que llegamos a todo esto? ¿Por qué estar batallando con una enfermedad y un carácter completamente diferentes a lo que solíamos tener en él? — ¡Por favor! Mira que esto es por tu propio bien. — ¡No me digas nada mujer! Siempre me quieren estar picando el trasero. ¡Ya saben que no me gusta nada de eso! — ¡Pero papá...! —No Estefan, no te metas. Tú no me digas… A veces tratar de convencerlo me hacía desesperar. ¡Completamente! Era muy estresante que el paciente quisiera rebelarse a su tratamiento y era muy agotador querer luchar contra él. ¿Empatía? ¿Enojo? ¿Dolor? Si algo es bien cierto: el enfermo no sufre por sí solo, toda su familia también sufre el dolor de vivir encadenados a una situación complicada, algo que está fuera de sus manos. ¿Acaso podemos controlar las enfermedades? Los medicamentos ayudan un poco, pero el problema no se erradica de raíz. ¿Que procede en esa situación? ¡Inyección de vitaminas! —Seré yo quien te inyectará, así que por favor coopera. ¿Tú crees que yo quiero hacer esto? — ¡Tu solo eres mi hijo! No me puedes mandar a hacer algo que… — ¡En este caso sí! ¡No quiero que te vuelvas a poner grave! Eres mi padre y te quiero mucho; pero aunque tú digas que estás bien, no puedo correr el riesgo de que vuelvas a recaer en otra enfermedad. ¡No sería justo para nosotros! Así que dime, ¿quieres ser egoísta?
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD