LO QUE ME ARREBATÓ LA VIDA

Mi nombre es Monserratt Contreras, tengo dieciocho años y vivo con Julia, mi hermana, que tiene treinta. Ella es mi única familia, ya que nuestro padre vive lejos y nuestra madre falleció hace cinco años, tras sufrir un derrame cerebral. Julia, desde su mayoría de edad, trabaja en una cafetería como mesera y a pesar del sueldo tan bajo, logró sostener los gastos en casa y ayudarme con mis estudios, hasta hace un poco más de un año, que se me presentó una gran oportunidad. ✿❯──「 FLASHBACK... 」──❮✿ «Estudiaba un Técnico en administración contable y como requisito de grado, tenía que realizar una pasantía (práctica estudiantil sin sueldo) por seis meses. Para colmo, yo misma debía encontrar una empresa que me diera ese "contrato". Llevaba más de un mes buscando, sin éxito». Después de llegar rendida de tanto caminar por estar llevando hojas de vida, me tiro a la cama y masajeo mis pies, que están un poco hinchados. Escucho la puerta abrirse, lo que me indica que llegó mi hermana. — Monse, ¿Estás en casa?. — Grita. — Aquí en la habitación, negrita. — Respondo y enseguida aparece. — ¿Cómo te fué?. — Pregunta. Mi cara de decepción, le da la respuesta. Bufa. — No te deprimas, chiquita. Ya verás, que pronto sale algo. — Me anima sonriendo y yo le devuelvo la sonrisa. — ¡Ven!. Traje pollo asado. — Anuncia, por lo que me pongo de pie y ambas nos dirigimos al comedor. Estamos comiendo, cuando el teléfono de la casa suena. — ¿Diga?. — Atiende Julia y hace una pausa, mientras le hablan. — Claro, deme un momento. — Pide y me hace señas, para que conteste. Como puedo, me limpio con una servilleta y corro al teléfono. — ¿Diga?. — — Buenas noches, ¿Monserratt Contreras?. — — Buenas noches, sí, dígame. — — Habla Marcos, de Industrias PYC. Es que recibimos su hoja de vida, para una pasantía. — — Ah, sí. Justo estuve por allá esta tarde. — — De acuerdo. Lo que pasa, es que yo en la empresa como tal, no tengo vacantes; pero la esposa de un gran amigo es abogada y está en busca de alguien con su perfil. Ella me había pedido que le avisara si sabía de alguien, entonces yo le envié su currículum y me dijo que quiere entrevistarla. — — ¡Perfecto!. Dígame cuándo y dónde, que yo llego. — Respondo feliz. — Es mañana a primera hora, en la siguiente dirección... — Tomo lápiz y papel, anotando los datos que me indica el hombre y le agradezco, antes de colgar. Pego un grito, que creo, hace eco en todo el vecindario. Abrazo a Julia y corro a buscar algo presentable para mí entrevista. A la mañana siguiente me despierto temprano, me ducho y me arreglo. El olor del café recién hecho, inunda mis fosas nasales. — Estás hermosa, chiquita. — Me halaga mi hermana, al verme aparecer en el comedor. — Gracias, negrita. — Respondo, tomo asiento y ella pone el desayuno sobre la mesa. Después de desayunar, me lavo los dientes, tomo mi bolso y paso a despedirme de Julia, a su habitación. — ¡Mucha suerte!. — Dice después de abrazarme y besar mi frente. — Gracias, negrita. — Respondo y me doy media vuelta, para salir. — ¿Monse?. — Me llama, por lo que me giro de nuevo hacia ella. — Para que hoy no camines tanto. — Me extiende un par de billetes. — ¿Y tú?. — Cuestiono preocupada. — La cafetería no es tan lejos, a demás, tú no puedes llegar sudorosa a una entrevista. — Rebate. — Prometo recompensar todo lo haces por mí, Julia. Te amo mucho. — La abrazo y beso su mejilla, antes de salir rumbo a mi cita. Al llegar, subo en el ascensor hasta el décimo piso, como me dijo anoche el hombre. Llamo a la puerta y me abre una mujer muy bonita, más o menos de la edad de mi hermana. — Buenos días, ¿Monserratt?. — Pregunta y asiento. — Buenos días, correcto, soy yo. — Respondo amable. — Sigue, por favor. — Pide, dándome el paso. Camino al interior de la oficina, que es preciosa y se nota la elegancia. Veo a otra chica, quien me hace un asentimiento, al cual correspondo. — Pero siéntate, por favor. — Me pide la mujer que me abrió, por lo que obedezco. — Bueno, linda. Mi nombre, es Eliza Uribe. ¡Mucho gusto!. — Me extiende su mano, la cual estrecho amablemente. — Soy abogada, al igual que mi amiga, Mónica. — Señala a la mujer que me acaba de saludar. — Vamos a tener una entrevista, para conocernos un poquito. ¿Ok?. — Explica y asiento. Me hace unas preguntas sobre mi vida y otras sobre mi carrera, las cuales respondo tranquila. Luego, Mónica me hace unas pruebas prácticas en el computador y me hace pasar de nuevo con su amiga. — Pues, te voy a ser sincera, Monserratt. La verdad, no estoy buscando pasante... aunque realmente, me gusta tu perfil y las pruebas demuestran tus habilidades... — Hace una pausa. —¿Podrías empezar mañana mismo?. — Pregunta y mi rostro se ilumina de inmediato. — Estoy disponible, cuando ustedes quieran. — Respondo emocionada. Me explica cuáles serán mis funciones como asistente contable, me da una lista con los documentos que debo entregar para mi "contratación", nos despedimos y salgo feliz. Al menos podré graduarme en la fecha estipulada y podré conseguir un empleo, para ayudar a mi hermana. «Un par de meses después de haber empezado como pasante, se dió una mayor confianza con Eli y Mónica, por lo que salíamos de vez en cuando, nos contábamos algunas cosas de nuestras vidas y así. Un día cualquiera, Mi jefa me llamó a su escritorio, informándome que por mi buen desempeño, empezaría a pagarme y que en cuanto cumpliera mi mayoría de edad, podría contar con el empleo. La abracé y le agradecí feliz, ya que ella no sabía la gran ayuda que eso significaba para mi hermana y para mí». ✿❯──「 FIN DEL FLASHBACK. 」──❮✿ Ya llevo unos meses contratada y realmente, ha sido una de las mejores experiencias de mi vida. Ahora mi jefa, se encuentra en unos problemas familiares y pues ha estado un poco ausente de la oficina. No le he preguntado mucho al respecto, por discreción. — Monse, ¿Qué harás hoy viernes?. — Me pregunta Mónica mientras ambas tomamos nuestras cosas, a la hora de salir. — Nada en especial, ¿Por?. — Respondo, algo confundida. — Porque una prima tiene un bar y hoy habrá noche de "solos y solas", entonces pensé que podríamos ir. ¿Qué dices?. — Levanto una ceja y la miro con duda, por lo que ella camina hacia mí. — ¡Anda, vamos!. Trabajas mucho y mereces divertirte. Vamos a mi departamento, comemos algo y de ahí salimos. — Insiste, por lo que asiento y ella sonríe triunfal. Llamo a Julia, le aviso que llegaré tarde y salgo junto a mi loca jefa, a ver qué nos depara la noche. No tuve que cambiarme de ropa, ya que estaba cómoda con mi jean, mi blusa tipo corset (que no necesita sostén) y mis botas de tacón medio. Lo único que hizo ella, fué maquillarme un poco y planchar mi cabello, dejándolo hermoso. Llegamos al bar y la prima de Mónica nos recibe muy amablemente. Mi jefa nos presenta. Nos pone unas manillas y nos entrega unos antifaces decorados. — ¿Y esto?. — Cuestiono confundida. — Es para que lo usen en la fiesta, la idea es darle misterio a la noche. — Responde la mujer, con una amplia sonrisa. — ¡Esto se va a poner divertido!. — Comenta Mónica con picardía y yo sólo puedo sonreír, algo nerviosa. Nos ponemos los antifaces y entramos. Hay muchas personas, obviamente todos llevan antifaz y la música es espectacular. Tomamos asiento, por lo que una mesera se acerca. Pedimos una botella de Tequila, así que la chica se retira para traerla. ✯¸.•´*¨`*•✿ ✿•*`¨*`•.¸✯ No sé cuántas copas he bebido, pero ya me siento un poco ebria y arrastro las palabras, al igual que Mónica. Empieza la "Hora loca" y ambas salimos disparadas a la abarrotada pista, a bailar. Mi cuerpo se mueve sólo, al ritmo de la música y canto a todo pulmón. En un movimiento siento chocar con alguien, por lo que me giro y no puedo creerle a mis ojos. Su antifaz no me permite ver su rostro completo, pero sí su cuerpo, que parece tallado por los mismos ángeles y ni hablar de esa sonrisa tan perfecta que me dedica. ¡Santa virgen de la papaya!, Creo que voy a desmayarme. — Lo siento, no me fijé. — Me dice al oído, ya que por la música es imposible escuchar. — No te preocupes. — Respondo nerviosa. Se termina la "hora loca" y todos se sientan, dejando bailar a las parejas que se van juntando. — Ya que estamos aquí, ¿Bailamos?. — Me extiende su mano. — Pero no soy una gran bailarina. — Le advierto y ríe. Pongo mis manos en sus hombros y él con timidez, posa las suyas en mi cintura. Sus ojos no se despegan de los míos, mientras nos dejamos llevar por la música.