Matrimonio ¿por contrato?

Matrimonio ¿por contrato?

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Blurb

La vida parecía no querer hacérselo fácil, eso siempre lo había sabido desde el momento en que sus padres habían fallecido y todo su mundo se había venido abajo.

Emily, a pesar de saber que no sería nada fácil, tenía una idea en mente. La idea de conseguir lo que siempre había querido. Terminar la carrera que había comenzado, aún si no fuera fácil. Conseguiría lo que siempre había ansiado y había prometido a sus padres; su título universitario. El primero en generaciones. Y lo haría, costara lo que le costara, incluso si tenía que fingir ser la novia de un multimillonario que no quería heredar el negocio familiar y se había encargado de hacer su propio camino. El tan conocido Jackson Park.

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Un día complicado
Despertarse con los gritos de su hijo no había sido lo que había planeado, en lo absoluto. Encontrarse a dos hombres en el living de su casa, con su hijo colgando de una de sus piernas, menos aún, pero allí estaban todos los nombrados. Los dos hombres observándola como si fuera una simple rata de alcantarilla y su hijo, llorando como si en verdad lo estuvieran asesinando. Si, recordaba por qué habían ido así a su casa y fue entonces que suspiró con cansancio. –¿Qué hacen aquí? –¿Y el pago? –preguntó entonces uno de los hombres que llevaba puesta una musculosa blanca, dejando a la vista los grandes tatuajes que decoraban su piel tostada. Emily, cansada, rodó los ojos y señaló con la cabeza la mesada que se encontraba detrás de los dos mastodontes que habían ingresado a su casa. –Está todo allí. La última cuota –les contestó como si cuchillas salieran de su boca y la verdad era que lo deseaba. Deseaba nunca haber pedido aquel prestado a ese rufián que se hacía llamar salvador de los desvalidos. Si, de salvador tenía muy poco, todo lo contrario, pues parecía que era ni más ni menos que la reencarnación del diablo, pero en su momento lo había necesitado y la verdad era que no se arrepentía de ello. Emily no les quitó la mirada en ningún momento, sabiendo que podían llegar a hacer algún movimiento que acabaría mal. No dejó de observar al hombre que había tomado el dinero del sobre blanco que había comprado el día anterior para entregarlo directamente al jefe, pero se le habían adelantado y allí estaba, uno de los descerebrados de los muchos que seguían a Diego De La Vega. Si, ese hombre había visto demasiado El Zorro y se le había subido a la cabeza, tanto, que hasta se hacía llamar igual que un héroe que luchaba por su pueblo, muy distinto a lo que realmente reflejaba la figura del prestamista. –¿Ya terminaron? –preguntó entonces, cruzándose de brazos y sintiendo cómo su pequeño niño había dejado de llorar. –Está todo –dijo finalmente el hombre y miró a su compañero, señalando con la cabeza hacia la puerta –Podemos irnos. Fue un placer hacer negocios con usted señorita Clinton, si desea utilizar nuevamente nuestros servicios ya sabe dónde encontrarnos. –Diría que ni muerta, pero la verdad es gastar saliva sin objetivo alguno –le contestó con una sonrisa triunfal en su rostro, pues se sentía más que realizada de haber pagado toda la deuda que tenía, aún si no había sido a tiempo. El hombre la miró mal y llevó por unos segundos su mirada a su hijo, para luego volverla a ella, chasqueando la lengua. –Ya veremos –dijo entonces y se fue de la casa por la puerta que habían roto para poder ingresar, haciendo que el cuerpo de Emily se relajara finalmente y se agachó a tomar en brazos a su pequeño hijo. –Lo siento –le susurró y el niño comenzó a llorar de nuevo –Shhh. Shhh –dijo una y otra vez mientras acariciaba con ternura la pequeña espalda de su hijo –Sé que fue una situación horrible, mi vida –comenzó y lo alejó unos centímetros para mirarlo a los ojos y entonces limpió con la yema de sus dedos las pequeñas lágrimas que aún se escapaban de los ojos ambarinos de su hijo, iguales a los de su padre –Pero ya pasó, ves –le señaló la puerta –Los hombres malos ya se fueron y no van a volver. Su hijo sorbió sus mocos intentando dejar de llorar, sin dejar de mirarlo. –¿Lo prometes? –preguntó entonces frunciendo levemente sus labios, indicio de que podría volver a llorar. –Lo prometo –le dijo y extendió su dedo meñique hacia él, el cual miró y comenzó a sonreír poco a poco hasta que extendió el suyo y los unió, completando la promesa, lo que hizo sonreír a Emily. –¿Ya no llorarás más? La tía Hope no puede recibirte así. Thomas se limpió los restos de lágrimas que tenía y Emily aprovechó para levantarse, pues las cuclillas la estaban matando con todo lo que había andado el día anterior. –¿Iremos a lo de la Titi? Emily asintió. –Así es. Mamá tiene que trabajar hasta tarde, por lo que te quedarás con ella unas horas ¿vale? Comerán, mirarán alguna peli, jugarán a algo ¿te parece? El niño la siguió hasta la cocina y con su ayuda logró sentarse en la banqueta preparada especialmente para un niño pequeño inquieto y de corta edad. –¿El abuelo estará con la Titi? –cuestionó entonces lo que hizo reír levemente a Emily. –El abuelo lo más seguro es que vaya a verte cuando yo me haya ido. Quizás en algún momento debería de decirle que el abuelo, en realidad sería su bisabuelo, pero no le complicaría más la vida a su niño por el momento. Preparó el desayuno con lo poco que le quedaba, dejándole en claro que debía de ir a hacer las compras lo antes posible y una vez ambos se encontraban llenos, buscó las pocas cosas que llevaría para la casa de Hope y sin más, salieron de la casa, alzando a Thomas para que no terminara herido por alguno de los vidrios que habían roto y sabiendo que debía de cambiar la cerradura y la puerta completa por el desastre que los mastodontes le habían hecho. –¡Derek! ¡Qué suerte que te veo! –exclamó y se acercó a su amigo, quien parecía estaba yendo para su casa. –¿Sucedió algo? Vi salir a unos tipos extraños de tu casa y me preocupé. Emily se encogió de hombros y le tendió las llaves de su casa. –Eran los prestamistas, en realidad los secuaces del prestamista –negó con la cabeza –En fin, eran unos idiotas que rompieron toda la puerta –la señaló con la cabeza –Debo llevar a Thomas con Hope, ¿puedes ayudarme con ello? No tengo tiempo para encargarme de llamar a alguien que me ayude con… –No te preocupes –le cortó –Yo la arreglo. –No es necesario, solo… –No es ninguna molestia para mi Em. Ve, lleva a Thom con Hope y ve a trabajar luego. Yo tengo mi día libre y no tengo nada mejor que hacer. Bajó entonces a Thomas de sus brazos y lo abrazó. –¡No sabes cómo te lo agradezco! ¡Te lo compensaré! ¡Lo prometo! –exclamó con felicidad y Derek dibujó una leve sonrisa en su rostro. –No es necesario. –¡Sí que lo es! –exclamó y comenzó a caminar hacia el coche de segunda mano que había logrado comprarse –¡Ven mañana! Prepararé macarrones. –¡Macarrones! –exclamó Thomas feliz y ambos adultos rieron levemente. –Será un placer degustar nuevamente sus macarrones, señorita Emily –dijo entonces Derek haciendo una leve reverencia, lo que hizo que Emily dejara escapar una carcajada. –Será todo un gusto aceptarlo en nuestra morada, señor Derek –le contestó entonces haciendo ella una reverencia y ambos rieron. –Nos vemos luego Em. –Nos vemos Der. Gracias por todo. –No hay de qué –le dijo y la saludó con la mano para luego darle la espalda e ingresar a su casa, bajo su mirada. –Ma. –Sí, mi amor –salió de sus pensamientos y miró hacia atrás, donde se encontraba sentado su hijo. –Llegaremos tarde. –¡Cierto! –exclamó y arrancó despacio, sabiendo que Derek se ocuparía del desastre que le habían dejado en la casa. Cuando llegó a la casa de Hope, estacionó en la puerta, agradeciendo haber encontrado un lugar y luego, quitando el cinturón de seguridad de Thomas, bajó con él, cargando con la mochila del niño. –¿Sucedió algo? –preguntó entonces Hope apareciendo por la puerta. –¡También es todo un placer verte! –exclamó levantando una de sus cejas, ciertamente molesta por la actitud de Hope hacía su llegada. –Disculpa –dijo entonces Hope y bostezó, cubriendo su boca de forma educada –He tenido una mala noche –miró a Thomas –¿Qué quiere hacer el sobrino más hermoso que tengo el día de hoy? –preguntó colocándose de cuclillas y extendiendo sus brazos. –Titi –dijo entonces sin moverse ni soltar la mano de su madre. –Sí, cariño –preguntó algo extrañada. –Soy tu único sobrino –dijo entonces y Emily ocultó una sonrisa mirando hacia el otro lado, sabiendo que Hope la miraría con ojos asesinos. –Eres mala Emily Clinton –dijo entonces Hope y se irguió –Vamos, entren que tengo que desayunar aun –terminó entonces y se encaminó hacia la puerta, seguida de ellos. La mañana pasó tranquila y sin problema alguno, contándole a Hope lo que había sucedido con los dos hombres que habían invadido su casa, quedando más que espantada de la situación y más por cómo parecía habérselo tomado ella. –¿Estás segura que no te hicieron daño? ¿Estás bien? Emily rodó los ojos, meditando seriamente si había sido buena idea contarle a Hope sobre lo sucedido por la mañana, temprano. –¿Y Thomas? ¿Él estaba allí? –siguió cuestionando y ella, al escuchar nombrar a su hijo miró hacia su dirección, hacia donde Thomas miraba alegre y desconectado del mundo, la televisión extra grande de la hermana del padre biológico de su hijo. –Estamos bien Hope, no tienes que preocuparte. Además –suspiró y la miró a los ojos –Ya está todo solucionado, ya no le debo dinero a nadie. Hope pareció más tranquila luego de sus palabras, pero por toda la mañana que continuó sabía que Hope seguiría dándole vueltas al asunto. Pasado el mediodía y el almuerzo, Emily salió a hacer las compras para su casa, para luego ir a su trabajo. –¡Dios! ¡Lo tarde que se me hizo! –exclamó viendo el reloj pulsera que llevaba desde que su madre se lo había regalado, unos días antes de su muerte, junto con su padre. Y sin prestar mucha atención a su entorno, divisó la moto que circulaba demasiado tarde.

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