Aullido lobezno resonaba en el campo abierto cada vez mas cercano a la mansión O´Neill, Alexandre acomodaba entre las blancas y prístinas sabanas de seda a Amelia sobre la cama de la hermosa albina, sintiendo la poderosa presencia detrás de él, pudo ver la mano morena de Caleb Artigas acariciando el hermoso rostro de su amada. – En ocasiones como esta desearía que fueses un vampiro, de esa manera no podrías entrar en un hogar ajeno – dijo Alexandre volteando a ver al joven hombre lobo que lo miraba con odio. Negro y océano se miraron fijamente sin decir nada por un momento, Alexandre sabia la razón por la cual el heredero Artigas se había atrevido a invadir la habitación de Amelia, había sentido el dolor del vinculo que tenia con la albina, después de beso que forzó hacia la bella durmi