Silencio, era todo lo que se dejaba sentir en medio de aquella peculiar reunión, habían llegado al pueblo de Sibiu, que se hallaba pegado a los montes de los Cárpatos, era un lugar demasiado similar a Arties, con aquel aire rustico y pintoresco y habitantes tan curiosos y supersticiosos como los había en su hogar, influenciados por las leyendas tan reales como el aire que se contaban allí, se habían hospedado en una vieja casona a las afueras del pueblo, que, según en palabras de la vampiresa que los había recibido en el aeropuerto de Brasov, una vez hacia años, perteneció a uno de los vampiros que se encontraban allí, un tal Ferka, sin duda, era bastante conveniente, pasar desapercibidos en el sitio era justo lo que necesitaban y aquella misión resultaría imposible con Amelia a su lado, l