El ambiente en la plazoleta de la vieja abadía se respiraba en completa calma, el aroma de las hermosas y prístinas flores de azahares inundaba cada rincón y recoveco en el lugar, Amelia lograba sentirse completamente relajada como nunca antes en su vida se había sentido, Caleb había bajado al pueblo a comprar algo para comer, y ella se relajaba en compañía de Isobel Bennet, aun cuando se había sentido demasiado celosa de la hermosa vampiresa, habían logrado entenderse y comenzaban a volverse realmente cercanas. – Te ves bastante tranquila, demasiado en comparación al estado en el que llegaste aquí, un poco mas y me habrías arrancado los ojos de las cuencas, los lobos en realidad son bastante posesivos y territoriales – dijo Isobel entre risas. – Lamento eso, pero no se como explicarlo