Capítulo IV

935 Words
Había pasado todo el fin de semana experimentando la masturbación con otros objetos caseros, al principio fue extraño, pero luego fue hasta divertido y por supuesto placentero. Después de la primera clase me sentí diferente, más Segura y mas atrevida de probar otras cosas. Al parecer mi maestro tenía razón: esto mejoraría mi autoestima. Bajé de mi auto y llegué a mi piso. Llegar a trabajar era realmente una guerra diaria, especialmente cuando trabajas con tu odiosa prima la cual es egoísta, engreída y porque no decirlo también una zorra. Ambas trabajamos para mi padre, ella en mercadotecnia y yo en el área de contabilidad soy la que lleva las finanzas de la compañía: lo sé es algo aburrido pero los números me encantan. Mi prima es bella, segura de si misma y se viste muy bien. Mientras mi vestimenta era aburrida en mi Closet solo había ropa de trabajo ( faldas y chaquetas), nunca he sido una chica extravagante y mi ropa reflejaba como era: Creo que necesitaba urgentemente una asesora de imagen. Camine por el pasillo con el objetivo de llegar a mi oficina; sin embargo, Daniela mi secretaria me indicó que había una reunión con un nuevo cliente en la sala de juntas y por lo tanto debía estar presente. Ingresé a mi oficina y llevé los documentos que posiblemente iba a necesitar, luego subí por el elevador hasta llegar al piso ejecutivo. —Buenos días Carmelia—salude a una de las secretarias del piso. El piso ejecutivo contaba con cuatro oficinas principales donde mi padre y mi hermano mayor tienen su espacio y también cuenta con una sala de juntas/proyección. —Buenos días señorita Lozano—respondió amablemente. Luego me dirigí hacia la sala de juntas, al llegar miré a mi hermano Hunter, mi prima, mi padre y a un hombre realmente atractivo que vestía con un traje n***o y corbata del mismo color, su rostro era perfecto y con unos ojos hipnotizantes. Ese hombre era de admirar, mi prima ni siquiera disimulaba: parecía que se lo quería comer con la mirada. —Hija, te presento a Dalton Wilson, uno de los dos socios interesados en adquirir una franquicia de la nueva línea que lanzaremos—dijo mi padre. —Es un placer conocerlo señor Wilson—comente saludándolo cortésmente. —El placer es mío—correspondió de inmediato y con cortesía. —Es unos minutos vendrá el otro socio y amigo del señor Wilson para que comencemos la reunión—explicó mi padre. No tuve otra opción que tomar asiento y esperarlo. Mientras lo hacía Wilson me miraba fijamente y no sabía porque me había puesto nerviosa. No pasaron muchos minutos cuando alguien ingresó a la sala de juntas, me quede inmóvil al ver de quién se trataba: Vicent Black, estaba de nuevo frente a mi, solo que en otras circunstancias. Él ingresó y saludó a todos con cortesía para luego sentarse, yo simplemente no sabía como reaccionar más sabiendo que lo había conocido de otra manera y que me conocía más de la cuenta. Sentía las mejillas arder de la vergüenza, tuve que tomar agua para disimular. Mientras la reunión se desarrollaba no podía evitar no mirarlo, él aparentaba mucha tranquilidad y en ocasiones me miraba de reojo. Seguramente esto le resultaba divertido, fue cuando recordé el documento que firme sobre confidencialidad y eso me tranquilizó un poco. —Gracias por haber venido, nos reunimos en unos días para definir la venta—pronunció mi padre varios minutos después poniéndose de pie para despedirse de los invitados.  Mi prima fue la siguiente en despedirse en ambos de manera coqueta y mostrando su abultado busto que se agrandó con una cirugía: todo de ella era falso. El señor Wilson fue el primero en acercarse a mi.  —Me encantó conocerla y espero poder tener tratos con su familia—dijo amablemente, era un hombre realmente impresionante.  —Esperemos que así esa—respondí con una sonrisa. Luego él salió de la sala.  En ese instante escuché que  unos pasos se acercaban a mi, sabía que era él y eso me puso nerviosa. —Me dio gusto volver a verla señorita Lozano—dijo Vicent tomando mi mano para besarla lentamente, luego me miró a los ojos—. Espero que haya hecho muy bien su tarea el fin de semana—pronunció en un tono lujurioso.  Sentía que mi rostro se iba a quemar de lo caliente que estaba, tuve que mirar hacia otro lado. Él solo sonrió por verme de esa manera apenada. Luego se marchó también del lugar. Suspiré de alivio cuando se fue. Regresé a mi oficina sin poder creer que encontraría con mi maestro en mi trabajo. Con la curiosidad en mis venas, tomé mi laptop y comencé a buscarlo por internet y mi sorpresa fue descubrir que recién se había hecho cargo de los negocios de su difunto padre quien era especialista en inversión comerciales. Pensativa cerré la laptop. Me comencé a preguntar el motivo por el cual él era maestro de ese tipo, claramente no era por el dinero. Había mucho misterio en esto y de cierta manera debía descubrirlo. En ese momento un correo electrónico llegó a mi bandeja de entrada. Lo enviaba la compañía Florentino, en el me mostraba el calendario de mis clases que serían los miércoles y viernes. También me comunicaron que mañana por las horas de la tarde una asesora de imagen llegaría a mi casa, ella cubriría la clase de mejoramiento visual. Estaba emocionada por esa clase ya que eso necesitaba precisamente: cambiar mí aspecto.
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