CAPÍTULO DOCE Thor se retorcía, tratando de liberarse de la sujeción de la serpiente blanca — pero era demasiado fuerte. Su cuerpo musculoso estaba envuelto alrededor de él, desde los tobillos hasta su pecho, apretándolo en prensa. Ahora estaba frente a él, siseado, preparándose para abrir sus colmillos sobre el cuello de Thor. Thor trató de esquivarlo, de despedazarlo, de hacer cualquier cosa, pero era inútil. Todo lo que podía hacer era cerrar los ojos y darse vuelta mientras se preparaba para la inevitable mordida en su rostro. Thor no comprendía lo que estaba sucediendo aquí, en este lugar. Él siempre había imaginado que cuando hubiese encontrado la Tierra de los Druidas, sería bienvenido, recibido por su madre. Él esperaba reconocer inmediatamente su hogar. No había esperado nada