• Capítulo 1 •

2848 Words
Hoy tengo que estar muy arreglada y muy precentable para ir a conocer mi nueva universidad de Nueva York, voy a ingresar con una beca en artes, para ser más específica soy bailarina de ballet. Estuve un tiempo fuera de estados unidos, estuve estudiando en Rusia y por lo tanto en la mejor a cadena de ballet en Rusia, ahora mismo estoy en mi habitación, mi antigua habitación, me puse un vestido blanco en su totalidad, es liso y es de manga tres cuartos, me llega por encima de la rodilla y es muy casual, pero también es algo formal, deja a la vista mi perfecta silueta, claro está llevo practicando ballet desde los 6 años, soy perfeccionista a la hora de dar mi puesta en escena, soy apasionada por la danza, y soy una chica muy estúpida por no darme prisa, pero que más puedo hacer se que mi condición me hace tonta, tengo un trastorno de neurodesarrollo. Que hace que no entienda muchas cosas, me confundo con muchas cosas o situaciones, el uno de mis problemas según le escuché hablar a mis padres es que no se diferenciar las explicaciones faciales, ni las situaciones de riesgo, por eso me consideran torpe para algunas cosas. Me pongo unos tacones color piel, y salgo de mi habitación para irme con mi padre. Yo amo a mi padre y el me ama a mi de una manera descomunal, ama a mi madre y a mi hermana Carol, ella es menor que yo, soy su ejemplo a seguir, por eso me esfuerzo en ser el mejor ejemplo para ella y no ser tan... Despitada como dice mi mamá. Carol tiene trece años de edad, y es una niña muy dulce, no nos parecemos mucho, ella se parece a mi padre y yo a mi madre, tengo la piel blanca algo bronceada el cabello castaño claros ojos avellanados y no soy tan alta lo que me hace perfecta a la hora de bailar. Salgo de mi habitación para ir a saludar a mis padres. Voy hasta donde está mi padre y le doy un gran abrazo sorprendiendolo ya que no sabía que estaba detrás de él. — Hola preciosa, ¿Estás lista para irnos?. Su voz era suave y llena de amor, se dio la vuelta y me abrazó. — Emm, Por supuesto que sí, ya vamos, estoy... Un, un poco nerviosa pe-pero yo po-podre con esto. Le sonreí de manera amable. (...) Hemos estado en la vía más de 10 minutos por el tráfico pero aún faltan dos horas para llegar a la academia. Miro a todos esos autos y todos los conductores, se ven enojados creo y discuten el uno con el otro, no me gustan las confrontaciones ni las peleas, siempre las e evitado a toda costa, soy una persona pasifica y muy tranquila a decir verdad. Salgo de mis pensamientos por el ruido de una llamada en el teléfono de papá. — ¿Hola?, Ah sí... Bueno primero iba a llevar a mi hija a conocer su nueva escuela, oh no, no hay problema. Mi padre me mira como pidiendo me permiso y yo solo asiento sin saber a qué accedí. Pero confío en el, en todo momento, mi padre nunca quiere el mal para mí el es el mejor padre y esposo de todo el mundo. — Bien, no hay problema ya estoy en camino. Colgó, y guardo su teléfono en su bolsillo de su traje. — ¿To.. todo bien?. Pregunto. — Si... Es solo que tengo que ir a una conferencia con el próximo senador Zinov Volkova, te prometo que no será por mucho tiempo Lisa, estaremos a tiempo para la visita en la academia. Me sonríe suplicante y como negarme. — Pues vamos demonos prisa papá, no quiero llegar tarde y tú tampoco a la conferencia. Le sonreí mientras lo alentaba y el suspira aliviado. Ya estamos en la puerta y puede escuchar los aplausos de las personas por el discurso del candidato para senador. No logro verle a la cara pero su voz... Esa voz hace que me estremezca, es raro pero tiene un gran efecto en mi eso me asusta, camino aún lado de mi padre por toda la gente que se encuentra aquí, y para que no me quedé atrás mi papá me ofrece su brazo y yo lo tomo rápidamente. — El señor Volkova ya va a terminar su discurso, tienen una junta con los socios de Rusia dentro de 20 minutos y el señor espera que usted tenga listos los contratos. Una chica con uniforme, creo, le informa a mi padre cuando vamos llegando a al escenario en donde se encuentra el senador y su séquito. — Y sin más que decirles, les doy las gracias por estar aquí y les doy las gracias por querer mejorar este grandiosa ciudad y sobretodo este maravilloso país , que tengan buena tarde. Dijo el candidato a senador. Su voz sigue haciendo estragos en mí, es como si ya la hubiera oído antes. Veo como todos se abren paso ante él, y puedo verlo por fin, es alto, tiene el cabello castaño casi n***o, es de tez blanca, sus labios son de un color rosa claro y su porte es despreocupado como si supiera que tiene a todos bajo su mano, es muy seguro de él mismo por lo que puedo ver. Lo envidio enserio. Después de tantos insultos y de tantas críticas por parte de mis maestros de ballet, e empesado a ódiarme por la forma de mi cuerpo, y sobretodo por ser una descapasitada mental, encanvio el se ve despreocupado, serio, seguro y dominante. Quisiera ser como él... Siento como mi padre me jala suavemente para que lo acompañé a donde sea que quiera ir mientras yo pierdo de vista a él hombre hermoso que ví hace un par de segundos. — Quédate aquí lisa no te muevas por nada del mundo, y no hables con ningún extraño. Dice y yo solo asiento con la cabeza ya que no entendí del todo porque hablo muy rápido. — Señor Collins, ella no puede quedarse allí parada, puede traerla con usted. Dice la mujer con el uniforme, pero ella no me mira a los ojos solo ve a mi padre con una extraña sonrisa en su rostro. — Oh, muy bien gracias. Dice mi padre mientras le hace un gesto extraño con su ojo. — padre, ¿Qué le... Le pasa a tu ojo?. Digo confundida por su gesto. — No es nada Lisa, solo ven. Dice un poco más serio y me tomo de la mano con mucha fuerza y me dolía mucho mi mano. — ¿Adónde vamos papá?. Pregunté. — A la sala de juntas Lisa. Respondió con una sonrisa. — Amm Bien. Ya me soltará, aunque mi manito este un poco adolorida. (...) Ya pasaron Díez minutos esperando por alguien y no se quién, me duelen un poco los pies por los tacones y mi pobre manito, y el hecho de que estoy parada desde hace tiempo, mi padre está hablando con unos hombres mientras yo evitó la mirada de todos aquí, me siento pequeña delante de todos estos hombres y mujeres, yo sé que soy inferior a ellos, pero se que nadie me gana en lo que más me gusta hacer, y eso es el ballet, no miro a nadie a los ojos, hasta que mi padre me llama. Voy a dónde se encuentra con una sonrisa de labios cerrados. — Lisa, quería presentarte a él señor Volkova, el es a quién represento, soy su abogado. Asiento y le ofrezco mi mano y todos me miran como si estuviera cometiendo una imprudencia, pero miro a mi padre y el no se ve del todo felíz, creo que hasta lo noto muy molesto. — Amm, Mu-cho gusto mi... Mi nombre es Lisa Collins, un gusto saludarle. Dije con una sonrisa tímida. Me di cuenta de que solo me miraba atentamente con una sonrisa sutil en sus ojos color miel, ladee un poco la cabeza en señal de confucion ya que su forma de verme me daba algo de miedo, sentía que podía ver através de mí, sentía que el trataba de descubrir mis más oscuros secretos... Y sentía que esa mirada tan penetrante, podía doblegar hasta a el más orgulloso. Baje la mirada, porque sentí vergüenza de mirarlo tango a los ojos, sentía como mis mejillas se calentaban con el pasar de los segundos, iba a bajar mi mano, pero en un rápido movimiento el la tomo, y yo automáticamente subí la mirada a su rostro algo asustada por su rapidez. Con una expresión de algo de sorpresa y una tímida sonrisa en mi rostro. — El gusto es mío, Soy Zinov Volkova. Dio un fuerte apretón en mi mano, doloroso sí, pero dejo en mi una corriente eléctrica que recorrió por todo mi cuerpo. Su mirada no se despegaba de la mía, y su sonrisa de superioridad y satisfacción hacían de mi, una chica... Una chica enamorada. Y una prensa algo asustada, pero cautivada por su depredador. — Y el gusto es todo mío... Volvió a repetir lo en un tono de voz sexy y provocador. Pero creo que el creyó que no lo había escuchado antes, pero si lo escuché le estoy prestando mucha atención. — El gusto es mío señor Volkova... Susurré, y ya sentía que mis mejillas ardían con más intensidad que antes, despegue mi mirada de sus bellos ojos, y traté de retirar mi mano ya sudorosa por los nervios que me ocasiona el señor Volkova. Pero él no me dejó, jaló bruscamente de mi manos acercándome un poco a él, ocasionando que yo soltara un jadeo de sorpresa involuntario, eso le ocasionó a el señor Volkova una sonrisa de superioridad ante mi falta de auto control sin despegar la mirada de mis ojos se relamio los labios y dejó un beso un poco húmedo en el dorso de mi mano, sentí en ese momento miles de millones mariposas en mi estómago más corrientes eléctricas viajar por todo mi cuerpo. Salí de mi transe por él sonido de un carraspeo. Y no cualquiera. Ese sonido provenía de nada más ni nada menos que mi padre, voltie a los dos lados y todas las personas no miraban fijamente. Unos confundidos, otros extrañados, otros asombrados y uno disgustado. Y ese era mi padre. Ay Diosito Por un momento creí que estábamos solos. Solté mi mano de un jalón y el señor Volkova me miró con enojo en su mirada y desaprobación en su rostro, no se por qué me dolió mucho hacer eso, pero tenía que hacerlo no quería disgustar a mi padre aunque el nunca a sido celoso... Bueno nunca le e dado motivos para eso. Me pongo a un lado de mi padre que no dejaba de mirar con el seño fruncido a el señor Volkova, y el señor Volkova no dejaba de fulminarlo con la mirada, mientras los otros hombres que nos rodeaban nos miraban fijamente, espectadores de todo esto. — Bien cre... Creo que... Ya debería pasar a la sala de juntas. Hablo la misma mujer que nos recibió a mi padre y a mí cuando llegamos. Los hombres asintieron y mi papá me tomo de la mano y me guío con él, a pasos rápidos cuando entramos me dejó en una silla cerca del gran ventanal, mientras yo miraba todo con gran asombro, mire a mi padre y el me indicó con su dedo índice en sus labios que guardara silencio y yo asentí con la cabeza como una niña que le acaban de dar una orden. (..) Ya han pasado 15 minutos desde que entramos a la sala de juntas y yo estoy en un rincón de la sala, sentada sin hacer nada y los hombres están sentados en una mesa rectangular discutiendo la compra de un edificio en no sé dónde, miro por el gran ventana y puedo ver toda la ciudad de nueva York, es hermosa con sus grandes edificios, y el bullicio de gente allá abajo, parecen hormigas desde aquí. No sé por qué pero me hace sentir poderosa. Supongo que mi miedo a las alturas se me olvidó, bueno en realidad todo se me olvidó, pero bueno tal vez no quiero recordar. O tal vez quede tan dañada que ya no recuerdo nada, de nada. — ¿Se puede saber que tanto mirás?. Gritó un hombre, con voz gruesa y demandante, creo que se encuentra enojado. Dejo de ver la ciudad, y me volteo a ver de dónde proviene la voz, veo a el señor Volkova con él seño fruncido, y a mi padre con cara de asombro y disgusto, y a un hombre con la cara de asombro, pero rápidamente la cambia y una de enojo, a la igual que el señor Volkova. — ¿De que habla señor Volkova?. Pregunto mí padre entre dientes. El señor Volkova mira a mi padre como si estuviera loco. Él señor Volkova se pone de pié y abotona su el saco de su traje n***o, lo estira y respira ondo... Creo que trata de tranquilizarse. Pero cuando abre sus ojos puedo ver que eso no le sirvió para nada. No encontró su lado zen. — ¡Qué no ves que este idiota está mirando a mi Lisa!. Grito enforico. Me asusta está situación. No sé si hice algo malo, Pero que cosas digo yo no hice nada malo. Espera... ¿Qué fue lo que dijo?... ¿Mi Lisa?. Inconcientemente sonrio por su comentario. Eso no puede pasar eso va a pasar, nunca se fijaría en alguien como yo, seguro e escuchado mal, además se nota que el no es un nombre de andar solo, debe de tener novia, o una... Una de esas chicas que son para fin de semana como le escuché decir a varios compañeros en Rusia. — ¡¿Y quién carajos te hizo dueño de esa chica?! ¡No veo tu nombre en ella Volkova!. Grito el otro hombre, y se puso a la par de él señor Volkova. Oh por Dios. Si escuché bien ¿Entonces...? ¿Eso que significa?. — ¡TODO SU CUERPO DICE MI NOMBRE COMPLETO IDIOTA ELLA ES MÍA!. Dice el señor Volkova, mientras me apunta con un dedo pero sin mirarme, solo tiene ojos para el otro hombre con quién discute, está situación me incómoda y me hace sentir mal porque creo que es mí culpa y mi padre me dará un regaño. — ¡Dejen de hablar de mi hija como si ni ella ni yo estuviéramos precentes!. Grito mi padre mientras los otros dos hombres y el señor Volkova y él hombre que supuestamente no dejaba de verme, lo miran. — ¡Lisa!, Ve a el auto y espérame allí. Asentí mecánicamente y caminé en dirección a mi padre, con la cabeza gacha para no mirar a nadie a la cara. Me muero de vergüenza, sé que hice algo mal. Pero no sé exactamente qué fue lo que hice mal. — Ten, ¿Lisa ves este botón de aquí?. Asiento viendo un candado dibujado en el botón. — Bien, cuando llegues a el auto lo presionaras y así podrás abrir la puerta, ¿Entiendes?. Asiento en respuesta mientras lo miro muy atenta a lo que me dice. Tomo las llaves del auto que me está dando mi padre y cuando pongo la mano el pomo de la puerta para salir de esa embarazosa situación un grito me detiene. — ¡Lisa no se va hasta que yo diga Marcus!. Gritó el señor Volkova con un tono de desesperación tiendo su hermosa voz masculina. — ¡Es mi hija no tienes ningún derecho en decir sobre ella Zinov!... ¡Ya no joder, ya no más!. Contrataco mi padre aún más autoritario que antes. — No se va Marcus. Dijo entre dientes apretados el señor Volkova, me asusta su mirada amenazante y su tono de voz ronco y bajo pero demandante. — ¡Bueno basta ya!, padre estaré abajo, se me hace tarde para la audición, y... y no Qui- quiero llegar tarde. Me sorprende que no tartamudeo tanto ya, creo que las clases de oratoria con la señora Celia me ayudan mucho en mi vocabulario y mi habla, El asintió y le dí una última mirada a el señor Volkova. El suavizó su gesto y le sonreí con los labios cerrados, me miraba a los ojos de manera anhelante y diría que hasta angustiado es como, es como si creyera que me iba a desaparecer en cualquier momento, pero le sonrío de manera amable y tranquila, y suaviso más su expresión y soltó un gran suspiro como si todo este tiempo estuviera conteniendo el aire, el asintió como dándome permiso de irme y sin más me encamino a el auto de papá. Hola, ¿Que tal están?. Les gusto? Espero que sí. Den le su amor con un comentario y su voto adorado y presiado. Los amo, gracias por leer y votar mi gente hermosa.
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