Capitulo 2

4360 Words
Liliana. Camino con cansancio porque la espalda me mata y no dormí mucho, llego a la casa de mi mamá y voy directo a mi cama durmiéndome enseguida, jamás me había sentido así de cansada. Me despierto porque siento un golpe y peso arriba mío. —¡Qué mierda!. —digo asustada cuando me sacuden para despertarme. —La mamá está peleando con Sol. —Martina llora demasiado asustada, esto la pone histérica cada vez que pasa—. Me da medio. —Ya... No pasa nada, quédate conmigo. —cuando la aprieto en mis brazos me doy cuenta que ni fuerzas tengo. —No me busta cuando pelian. —pasa un buen rato en donde no dejan de gritar, y Marti que no se calma. —Listo Marti... No llores más, ya pasó. —ya no se escucha nada mas de la pelea dándome pie de ir al baño—. Voy al baño y vengo. —Si. —cuando salgo del cuarto mi mamá está parada en la puerta de la cocina cruzada de brazos pensando. —Hoy quiero que te vayas... No puedo estar manteniendo a parásitos. —Bien. —me giro para ir por mis cosas cuando me agarra del brazo. —No te quiero ver nunca más en la vida Lili. —Yo digo lo mismo. —lo digo igual que ella, con asco—. No te quiero volver a ver en la vida. Me pongo las zapatilla y una campera, agarro mi mochila, algunas prendas y me voy dejando a Martina llorando porque es lo que más me duele de irme de la casa de mi mamá, es mi hermanita que viene a mi cuando está asustada o llorando y ahora no va a tener a nadie que la consuele. Camino hacia la plaza que está cerca de mi casa y me siento en una banca a pensar en que hacer hasta que me acuerdo de Gastón y que vive sólo así que decido llamarlo para saber si me deja quedar con él unos días. —Hola hermosa. —¿Estás en tu casa?. —Si, ¿por?. —¿Puedo ir? —¿Vienes a comer? Así ya mismo salgo a comprar y cocinamos temprano así vemos una peli. —¿Me puedo quedar a dormir?. —¿Lili qué pasa?. —Me fui de mi casa, ¿Puedo ir a dormir a tu casa está noche?. —¿Dónde estas? Te voy a buscar. —Ya estoy yendo. —Lili por favor. —Voy por Alem. —Ya salgo. —Dale. —camino pensando en que hacer de mi vida cuando a los minutos veo que viene corriendo. —¿Qué pasó?. —me abraza con fuerza. —Me fuí. —llegamos a su casa en silencio—. Perdóname Gas, es que no tengo donde ir. —Siempre te dije que te vengas conmigo, pero siempre fuiste renegada. —Gracias. —de la mano me lleva a la habitación—. Te prometo que cuando pueda me voy. —Eey... En ningún momento te di a entender que no te quiero ahí... Me gusta y no quiero que te vayas... Eso si, vamos a tener que compartir cama. —se soba las manos riendo y yo niego donde me devuelve el ánimo. —Que tarado. —Bueno hermosa. —miro la cama con asco—. Acá esta nuestro nido de amor. —Si... Es un nido... Pero de lo mugriento que está. —El amor lo podemos hacer. —Ahí no pienso hacer nada. —Bueno, ¿Qué tal el baño?. —¿De verdad me crees tan poca cosa para un baño?. —finjo enojo pero me divierto mucho. —No, no te considero poca cosa pero piénsalo del lado en que es una experiencia excitante. —levanta las cejas riendo. —Eres un estúpido. —¿Qué? Vamos hermosa... Por fin tengo a la mujer de mis sueños que encima va a dormir en mi cama y se niega a darme amor. —Si... Te voy a dar amor. —¿En serio?. —Si... Mañana lo vas a ver cuando tu casa brille mugroso. —Eeh, así no quiero amor entonces. —Es lo que te puedo ofrecer chiquito. —Mmmjjj mal oferta, mal oferta. ***** Julián —¿María?. —bajo las escaleras buscándola—. Mariaaaaaa. —¿Qué?. —aparece de la nada con la nena en brazos. —¿Dónde estabas?. —agarro a mi hija besando su cabeza. —En la cocina, ¿Vas a almorzar?. —¿Almorzar?. —la sigo dudando por la hora que me dijo que era. —Son las una y media. —Wauuu... No pensé que había dormido tanto. —Ah. —no digo nada, está muy enojada. —¿Y la niñera?. —Ya se fue, ¿Qué creías?. —Nada... No creía nada. —pone un plato de sopa frente a mi pero no sé que hacer con ella—. ¿Qué te pasa?. —Te vi llegar... Espero que con eso no te sientas mal. —Es mi vida María. —Ahora tu vida no es tuya. —la miro dudando, se convirtió en la mujer que me regañaba de joven por una travesura que había hecho—. Tienes una criatura que depende de ti. —Ya lo sé. —No creo que lo sepas sino, no hubieras salido. —Solo fue anoche María... No es para tanto. La veo irse y dejarme solo, todavía no me acostumbro a comer mientras tengo a mi hija en brazos, pero aunque no tengo mucha idea que hacer con ella no quiero dejarla sola, es como que todo de mi me pide tenerla en brazos, pero lo que si hago es comer con mucho, muchísimo cuidado, lo que menos quiero es que se me dé vuelta el plato y quemar a mi hija, eso jamás me lo perdonaría en la vida. Cuando termino me voy al sillón, la miro mucho rato memorizando sus rasgos, y diciéndome que es la mujer de mi vida y que nadie nunca que no sea ella va a tener mi corazón, se revuelve inquieta hasta que suelta el llanto. —¿Qué le pasa?. —María viene corriendo enseguida. —No sé... De golpe comenzó a llorar y no sé que hacer. —la meso en mis brazos pero nada que se calma. —¿Le revisaste el pañal?. —Nooo... La puedo lastimar. —¿De qué forma si se puede saber?. —se cruza de brazos enojada. —¡Aayyy María, por favor haz algo!. —Vas a tener que aprender Julián. —me la saca riendo y sube las escaleras conmigo detrás como un nene asustado—. Eres el padre y no sabes ponerle ni el gorrito. —Ya sabes porque. —la acuesta en el cambiador sacándole la ropa. —Estuve vigilando a la niñera. —¿Y?. —no pierdo detalle de lo que hace, quiero aprender pero me da miedo. —Me parece la indicada para la nena. —A mi me pareció estúpida. —¿Por?. —Hablaba como retardada. —Eso es gesto de cariño... Todo el mundo lo hace. —Yo no lo hago. —Siempre existe una excepción y te estoy viendo Julián. —No entiendo. —No importa... A mi me pareció la indicada ya que cuidó muy bien de Sofía... Antes de irse la alimento y la dejó cambiada. —Voy a confiar en tus decisiones María, si te parece correcto asi va a ser. —En la cocina dejé su número... Llámala y prueba. —Esta bien. La termina de cambiar y me la da ya que se tiene que ir a su casa a su propia vida, mucho no la debo molestar, voy a mi cuarto y nos dormimos juntos, el sueño nos vence a los dos y menos mal que así es o estaría arrastrándome del sueño que tenia. Me despierto desorientado y más que nada porque Sofía se revuelve en mis brazos ya despierta, bajo para alimentarla otra vez, estoy entretenido hasta que suena el timbre, veo pasar a María hacia la puerta por eso no me tomo la molestia de ir a ver quién es. —Waaauuuu. —me giro viendo al idiota de Martín. —¿Qué te pasa?. —Esto lo tengo que dejar para la historia. —me saca una foto con su celular. —¿Qué haces idiota?. —No insultes delante de mi ahijada che. —¿Por qué lo hiciste?. —ya estoy irritado de que todo sea un chiste para él —. Más vale que esa foto no llegue a manos de todos. —Tranquilo... Es para recordar que todos podemos ser papás. —Te juro que si no tuviera a Sofía en brazos te parto la cara. —Eeh... ¿Por qué? Si tú pudiste hacer a está hermosa criatura para mi va a ser pan comido. —Bueno pan comido. —le doy a la nena y la mamadera—. Alimenta a TU ahijada que tengo que ir al baño. Me mira con los ojos como plato y me voy riendo, una vez que término mis necesidades vuelvo encontrándolo en el living ya terminando la meme, le explico como hacerle provecho pero el muy idiota no escuchó nada de lo que le dije y Sofía termina vomitándolo todo que le tengo que prestar una remera y ya está, vamos a mi oficina para adelantar un poco de trabajo. —¿Qué pasó con esa chica ayer?. —¿Qué chica?. —sigo leyendo unos papeles que mi secretaria me mandó con urgencia. —La que se fue llorando. —Aa... Pensó que por cogerla me iba a casar con ella. —me rio sin despegar la vista de lo que leo porque eso si que fue gracioso. —¿Y cómo exactamente llegó a pensar eso?. —Ni idea Martín. —me enojo porque no me deja concentrarme—. Hoy en día las mujeres no entienden lo que es sexo, lo confunden enseguida con amor y terminan sufriendo solas. —Por ser así... —revoleo los ojos porque ya me sé el discurso que me va a dar—. Un día va a llegar una que te lo va a hacer a ti y ahí vas a saber lo que ellas sienten. —Si les hiciera caso a todas las que se confunden estaría viviendo en la poligamia con quinientas mujeres. —No hablo de eso... Dale la oportunidad a alguna no sólo para tener una compañera de cama, si no de vida. —¿Andamos poetas?. —Hablo en serio Julián... La nena necesita una figura femenina. —Tiene a María. —No es lo mismo y lo sabes mas que bien. —Bueno ya... Si vas a seguir con lo mismo es mejor que te vayas. —Me voy porque no soporto tu arrogancia. —Si... Si... Si. Cuando Martín por fin se va y me dejar de romper las pelotas me acuerdo de la niñera, voy a la cocina encontrando el papel con el número pegado en la heladera, marco y espero pero nada que atiende, lo vuelvo a intentar consiguiendo que atienda a la tercera vez que la llamo y si que ya me estaba asustando porque necesito una niñera urgente donde debo empezar a trabajar, se me está acumulando el trabajo y debo ponerme al día cuanto antes. —¿Hola?. —atiende un hombre haciéndome pensar que me equivoqué de número. —Hola... Busco a Liliana. —¿De parte de quién?. —La llamo por trabajo. —Ahí te paso. —se escuchan risas. —¿Hola?. —su voz es totalmente diferente de la que escuché, ahora que la oigo parece una mujer centrada. —Hola, soy Julián el papá de Sofía. —Hola mucho gusto. —Te llamo para ver si te interesa el trabajo. —¿En serio?. —dice feliz. —Si... ¿Mañana podrá venir?. —Si claro, ¿A qué hora?. —A las siete de la mañana para que podamos hablar. —Ahí voy a estar gracias. ......... Me despierto por la alarma, miro la hora aunque ya sé que hora es, el reloj marca las cinco en punto como cada día, me pongo ropa de deporte y bajo a mi gimnasio personal, cuando ya tengo mi rutina lista subo para prepararme para ir al trabajo. —¿Julián?. —abotonándome la camisa voy abrir. —¿Qué pasa?. —Ya llegó la chica. —Ahí voy. —Trátala bien por favor. —¿Por qué la trataría mal?. —Mmmm... Como si no te conociera. —¡Ay María! solo quiero conocerla. —Esta bien... Apúrate que vas a llegar tarde si no. —Ya voy. Me lavo los dientes y perfumo, agarro el saco junto con la billetera y bajo a mi oficina, mientras acomodo lo que me tengo que llevar cuando llega la chica, María la hace pasar y cierra la puerta detrás de ella, queda tildada mirando la puerta y súper tensa, se gira a mirarme y recién ahí le veo la cara, no voy a negar que es linda pero gorda, lo que me llama la atención es que tiene ropa de hombre. —¿Hola?. —dice dudando. —Sientate no tengo tiempo. —se sienta enseguida—. Soy Julián el papá de Sofía. —Soy Lili. —me interrumpe sonriendo. —Ya lo sé... Ayer te llamé. —se pone roja mirando sus manos—. El trabajo seria cuidar de mi hija, lunes a viernes entrarías a las 7;30 am hasta las 18:00 pm y sábado desde 8:00 a 14:00, lo único que tienes que hacer es alimentarla, bañarla y todo lo que necesite, la comida está incluida y los lugares que tienes permitido estar en la casa son la habitación de Sofía, la cocina, living y patio, no voy a tolerar que estén las cosas de la nena por toda la casa, no tienes que limpiar nada sólo la mamadera, si algún día necesitas faltar que sea con ocho horas de anticipación como mínimo a no ser que sea una emergencia. ¿Quedó claro? —¿Al medico la llevo yo?. —no lo había pensado. —En algunas ocasiones vas a tener que acompañarme. —Si, no hay drama. —eso la emociona parece. —Obvio que no tiene que haber problema... Para eso te voy a pagar. —No lo decía por eso. —su voz y gestos cambian. —¿Y por qué entonces?. —Que no me importaría si me paga o no, lo haria igual. —Ja... Todo gira alrededor de la plata señorita. —Pero no todos. —me mira a los ojos con calma. —Bueno, ¿Puede empezar ahora?. —Si claro. —cuando me paro me queda mirando sorprendida, pero no me mira con deseo si no con asombro, cuando se para me doy cuenta que es alta, estoy acostumbrado a mujeres—. Voy por la nena. —Si. —Que tenga un lindo día. —dice sonriendo. —Gracias. Quedo mirándola como se va de mi oficina, su última frase me dejó de piedra, ninguna mujer me ha dicho nada lindo excepto María porque después soy un tipo que las coge y nada mas, salgo de la estupidez y me voy al trabajo, cuando llego viene la insoportable de Nadia a joderme el día con sus preguntas interminables. Despues del mediodia recibo un correo de Maria en donde están todos los datos de la chica, no puedo mirarlos ahora pero en cuanto tenga un tiempito libre lo miro detalladamente. —Hola Juli. —Julián me llamo deja de decirme Juli. —sigo en lo que estoy sin mirarla. —Pero lo digo con cariño. —y ahí si la miro. —¿Y por qué si se puede saber?. —antes de que hable la corto—. Jamás te di confianza para que me hables de esa manera ni menos que me digas Juli, ¿estamos?. —Si, yo... —Mejor ve a trabajar y no vengas a molestar mas. —Si. —después del mediodía recibo una llamada. —¿Qué pasa María?. —la escucho atento pensando lo peor—. Habla de una vez, ¿Pasó algo con la nena?. —No Julián, cálmate. —se rie pero yo estoy nervioso. —Entonces habla que me pones nervioso mujer. —Lili me dijo que va a bañar a la bebé y pensé en que capas querías estar acá. —Si obvio. —me paro enseguida sonriendo a la nada—. Ya estoy saliendo. —Dale. Salgo casi corriendo ganándome las miradas de todos pero me importa una mierda, manejo apurado ya que no me quiero perder nada, mas que nada sus primeras veces experimentando el mundo, tal vez es una pavada pero estar en su primer baño, su primer comida, su primera vez sola en el baño, esos momento atesorarlos en mi corazón. Entro a la casa corriendo y veo a la niñera bajando las escaleras mientras mira para todos lados como buscando a alguien. ***** Lili La verdad que no me acuerdo ni la mitad de las cosas que me dijo el papá de Sofía ya que habló muy rápido y cortante y me dio mucho miedo preguntar, tal vez si decia algo me mandaba a freír churros y buscaba a otra persona, y la verdad que no puedo perder está oportunidad de trabajo ya que hoy en día es muy escaso el trabajo y hay que cuidarlos como oro la verdad, encima que te piden experiencias de años y uno que recién empieza no nos dan oportunidades de ni siquiera crear esas experiencias que tanto piden. —Ven, sientate. —es el almuerzo y María cocinó para las dos por lo que veo. —Gracias. —me siento frente a ella en la barra de la cocina que es en donde vamos a comer—. ¿Es usted la única empleada?. —No me trates de usted por favor. —Esta bien... Discúlpame, ya me lo habías dicho y yo sigo insistiendo. —De la limpieza si soy la unica y después mi hijo se encarga del jardín junto con mi esposo pero él también trabaja para la empresa. —¿Cuántos hijos tienes?. —me alegra de poder estar conversando de cualquier cosa. —Uno solo... Santiago se llama, en un tiempo más lo vas a conocer. —Y no se... —me mira mal y me acuerdo de tratarla de usted—. ¿No te cansas al limpiar todo sola?. —No... Ya estoy acostumbrada y Julián me deja limpiar a mis tiempos y manera. —se nota que le tiene confianza porque con solo ver lo que hay de comer me lo dice todo—. Tampoco me mato día a día ya que es imposible limpiar todo esto en un solo día. —Es verdad... Es gigante la casa. —No tanto. —la miro como si le hubiera salido otra cabeza. —¿No tanto? Jamás vi una casa tan grande... Ni siquiera sé si llamarla casa. —Espera a ver la casa de los padres y abuelos... Esas si, son gigantes. —Wauuu. —acomodo a Sofía en mis brazos para estar cómoda—. ¿La han bañado a la nena?. —No... Nos da miedo. —Pero usted... ¿No tienes un hijo?. —Ya perdí la gracia con los chicos... Tuve uno solo y a penas me puedo adaptar a Sofía. —La voy a bañar entonces. —¿Tiene olor no?. —dice riendo. —Si, un poquito... Pero debe ser normal ya que está igual que cuando nació. —Si, ahí estuvimos mal la verdad. —se pone a juntar los platos enseguida. —Yo los lavo, usted cocinó lo justo es que los lave. —Estas para cuidar de Sofia, yo me hago cargo de la limpieza. —Esta bien, voy a ir subiendo para preparar las cosas para bañarla. Dejo a la nena en la cuna para poder buscarle la ropita y saber donde está cada cosa ya que tanto María como el padre no me dijeron absolutamente nada de nada, es como que debo revisar todo para ver donde está cada cosa. En el ropero encuentro puros mamelucos blancos sin dibujos ni siquiera un lunar, nada de nada, pero revolviendo bien encuentro unos enteritos rosados, dejo una toalla arriba del calorama y bajo a buscar a María. —María me dijo que ibas a bañar a la nena. —casi me muero del susto que me pego ya que no lo vi. —Por Dios santo que me asusté. —sonrie por asustarme—. Llegaste justo... Iba a buscar a Maria así filmaba y te lo mandaba. —¿Puedo estar entonces?. —Obvio, eres su papá... Vamos que la dejé arriba. —subo corriendo y con vergüenza porque me saqué el pullover y estoy con jean ajustado, no digo que me mira el culo pero me da vergüenza de igual manera—. ¿Puedes ir desnudandola así preparo el agua?. —cuando vuelvo estan iguales—. ¿Qué pasó?. —Me da miedo. —¿Sacarle la ropa?. —Si. —¿Y quién la viste si te da miedo?. —María. —Bueno, te enseño entonces. —No no... Paso, mejor que no lo haga o la puedo lastimar donde soy muy bruto. —¿No vas a cambiar nunca a tu hija?. —lo miro riendo por la cara que pone—. ¡Pero que inútil!. —vamos al baño y me entra miedo—. Bueno corazón... Espero no llores. —la voy sumergiendo con cuidado. —Esta muy caliente. —esta tocando el agua negando—. Se va a quemar. —No... Ellos no tienen la misma temperatura que nosotros, si la baño con agua tibia le daría frío. —¿Cómo sabes?. —me mira dudando, es que este hombre no sabe nada de bebés—. ¿Tienes hijos?. —No... Gracias a Dios no tengo. —con mi antebrazo le sostengo su cabecita—. Muy biennnn. —¿No quieres hijos?. —ni lo miro cuando habla, estoy concentrada en la nena y ver sus reacciones a la primera vez en contacto con agua. —No, no los quiero, ¿Me pasas el shampoo?. —ya que está, que sirva de algo ¿no?. —¿Éste?. —me muestra la única botella que dejé al lado de la bañera. —Si... Es el único que hay. —le sonrío aunque me mira mal—. Ya casi terminamos. —Le voy a sacar una foto. —Si saca... Si salgo dime y me muevo un poco. —solo escucho el ruido de la cámara de su celular—. ¿Traerías la toalla que está en el calorama? —Si. —vuelve de inmediato—. Acá está. —Gracias. —la envuelvo bien mientras la abrazo—. Listo Sofí... Ya quedaste limpita hermosa. —mira todo lo que hago sin perder detalle—. Ya está... No es tan difícil, cuando quieras te puedo enseñar. —¿Qué cosa?. —alzo las cejas donde creo que entendió otra cosa—. Aaa si yo... Nada nada. —Esta bien... Es natural que tengas miedo pero si lo haces con cuidado no la vas a lastimar. —¿A quién?. —me río a carcajadas, me da mucha risa la situación. —A Sofía, ¿De qué piensas que hablo?. —No nada... Me tengo que ir a trabajar... Gracias por avisar y dejar que este presente. —¿Porqué no le iba a avisar a su papá?. —se gira pero le vuelvo hablar—. ¿No le vas a dar ni un beso? ¿Ellos tienen sentimientos sabias?. —Si. —besa su cabecita con suavidad—. Chao. —Chao... Que tengas lindo día. —Gracias. ........................ Hace dos semanas que estoy trabajando en cuidar de Sofia y me encanta, no podria pedir otro trabajo mejor a pesar de la cantidad de horas en las que estoy pero aun así me encanta, por ahí tengo que estar a las corridas por mis cosas pero no me importa, no molesto para nada a Gas en su casa ya que solo voy a dormir y nada mas, y hasta cuando la bebé se duerme puedo seguir con mis estudios. Cuando estoy llegando a los portones lo veo a Gas que me viene a buscar, hablando con los de seguridad muy confiadamente. —Gas. —todos se giran a mirarme y me intimido. —Hermosa. —nos damos un abrazo divertidos—. Te extrañé. —Que fantasma. —riendo nos vamos abrazados y hablando de su trabajo hasta que suena mi celular—. ¿Hola?. —Lili soy Esteban. —Hola, ¿Pasó algo?. —No... Tu mamá no está y me pareció que podías venir a buscar tus cosas antes de que las tire. —Gracias, si si ya voy enseguida. —Dale, te espero —corta y Gas me mira raro. —¿Quién era?. —Esteban... Dice que puedo ir a buscar mis cosas. —Vamos. —llegamos a la casa de mi mamá feliz de recuperar mis cosas. —Hola... ¿Cómo estas?. —Hola... Al costado están las cosas... Hay que apurarnos porque puede llegar y no las quiero ver pelear. —Si. —llega un amigo de Gas que tiene auto para ayudarnos—. Me gustaría ver a Martina de vez en cuando. —Los fines de semana te la puedo llevar a la plaza mayor. —cuando me giro para irme me para—. Toma... Esto es importante. —agarro el sobre y adentro están mis documentos. —Gracias. . .
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