La primera semana se había ido bastante rápido, debo decir que lo mejor que me pudo pasar estando aquí fue ser la compañera de cabaña de Henry, tenía una excusa para verlo todos los días durante un mes sin que nadie me molestara al respecto. Henry se había tomado la molestia de traerme el desayuno a la cama, luego nos duchamos juntos, televisión, y largos maratones de sexo.
Debo decir que Henry fue muy sabio al traer consigo una caja de preservativos, traían alrededor de unos 144, no es que los usemos todos, aunque, quien sabe, entre la pasión y la clara tensión s****l que había entre ambos era posible todo. Me sentía contenta, no podía negarlo, sobre todo cuando la compra de ropa para este mes, me ayudo tener lindos modelos de lencería en todos los colores.
Amaba ver la expresión que,
