Habían pasados unas dos semanas desde que los nuevos vecinos se habían mudado justo en frente de nosotros, aun así, no podía evitar sentirme extraña cuando miraba ese lugar, escalofríos me recorrían sin ninguna razón, dicho de esta manera sonaba como una loca, pero, ¿Debería ignorar aquella intuición que estaba presente en mí? Lo mejor a veces era escuchar aquello que nos avisaba del peligro, pero claro, hacerlo sería exponerse a que las personas creyeran que estabas demente por completo. De todos modos, en pequeñas ocasiones tuve tiempo para platicar con Melanie, la misma parecía ser amable —al igual que curiosa— pues no desaprovecho la oportunidad para autoinvitarse a mi hogar, miles de preguntas fueron lanzadas, sospechaba que quizás ella estaba enterada de mi matrimonio con Caleb. ¿