La situación en la que me encontraba era bastante mala, sobre todo porque mi cuerpo parecía estar disfrutando de todo esto. Explícitamente hablando, Caleb estaba encima de mi cuerpo, sus labios se habían apoderado de mi cuello, sus besos estaban por todos lados. Me estaba volviendo un completo desastre, no era capaz de detenerlo, los jadeos que escapan de mi cuerpo solo le pueden demostrar una cosa: debe seguir. La mano libre de Caleb acariciaba superficialmente mi estómago, sus dedos se encargaban de relevar pequeños trozos de mi piel. Aún tengo mis ojos cerrados, tratando de buscar mejor manera de ponerle fin a esto. Pero, mis piernas no responden, tiemblan, no dejo de arquearme ante las acciones de mi esposo. Si realmente nos hubiéramos casado por voluntad propia y teniendo también