No había logrado saciar mis ganas de besar a Henry, justo cuando pienso que he tenido más que suficiente, mi cuerpo me exigía seguir hasta que ya no pudiera seguir más, así que, hacia caso a todo lo que tenía que decir. Las grandes manos de Henry no se cohibían en apretarme contra su cuerpo y bajar una que otra vez para acariciar zonas de peligro en mí. Ciertamente no podía decir nada más que no fuera estar encantada con todo esto. El deseo se estaba apoderando de cada pequeña fibra de mi cuerpo, entre suspiros y jadeos parecían pasar los minutos, los cuales se habían convertido en horas. Perdiendo la noción del tiempo había una pequeña voz en mi cabeza que me regañaba por hacer esto, y yo trataba de callarla como me fuera posible, sin embargo, tenía que parar al menos por ahora, clar