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1353 Words
—Mi señora, Valeriana me informo que usted estaba indispuesta esta mañana. Pero, veo que está en perfecto estado. ¿Quiere que le avise al señor Jones? —Sutilmente hago un gesto hacia los lados con la cabeza, puedo notar como, Douglas parece confundido. —Le diré yo misma que me encuentro bien, no debería preocuparse por eso. —Trato de calmar al hombre unos años mayor. —Daré un pequeño paseo por la ciudad, estar encerrada todo el tiempo hace que extrañe caminar…—Veo como Douglas abre un poco los labios. —Iré sola, estaré bien. —El hombre no hace un esfuerzo o algo por detenerme, cosa que agradezco. Lo menos que necesitaba para el día hoy es que intentaran detenerme. Han pasado unas horas como mínimo desde que llegué a la residencia de los Jones, aquel lugar donde me perdí casi de inmediato. Para mi buena o tal vez mala suerte, los padres de Caleb no estaban, pero si se encontraba Henry en su oficina, rápidamente me hicieron pasar cuando, él supo que se trataba de mí. Admito que me siento extraña al llegar sin compañía en este lugar, debería cuidar entonces que la prensa no esté cerca, tan pronto como las personas se creen la historia de un cuento de hadas, también podrían circular rumores sobre alguna especie de infidelidad con el hermano menor de mi esposo. No necesitaba esto, menos cuando mi padre podría enterarse y con esto, intensificar sus amenazas hacia mi madre. Tengo que actuar rápido, a menos que en poco de un parpadeo, me quede sin nada por culpa de la amante de mi esposo. —Aún me parece estar soñando cuando me dijeron, que la esposa de mi hermano quería verme. Pensé que se trataba de una broma cuando, me habías dejado muy en claro que no querías que me acercara a tu querido esposo. —Henry, encima de mí sonríe de manera altanera, se mueve de manera elegante mientras que sus ojos no dejan de brillar en una clara diversión, le divierte esto, y justo ahora me pregunto por qué tuve que llegar aquí. —¿Se acabo la luna de miel acaso? ¡Oh, no me digas que mi hermano no es bueno en la cama! —Hago una clara mueca de asco. Desde hace unos minutos, en los que atravesé la puerta que custodia al fastidioso hombre de apellido Jones, este no había dejado de hacer bromas y chistes al respecto, creo que de alguna manera me está restregando en la cara que él, tenía toda la razón en cuanto a su hermano. Pero, yo estaba enojada y podría ser bastante volátil si me lo proponía. —Sabía que venir aquí fue una mala idea, sobre todo si solo estarás haciendo comentarios asquerosos. —Me levanto de manera retadora. —Pensé que podría recurrir a ti, pero veo que solo eres un bufón arrogante como Caleb. —Estaba dispuesta a irme, pero, unas fuertes manos me sostienen de la cintura con una gran intensidad y dejándome en claro que no tenían alguna intención de soltarme. Cuando ya me he dado cuenta, Henry Jones me mira como si hubiera cometido el peor de los pecados. —Que te quede claro algo, Daphne. Caleb y yo no somos iguales, por nuestras venas corre la misma sangre, pero te aseguro, ese imbécil no es igual a mí, ni yo a él. —Los ojos de Henry se han oscurecido bastante, me mira completamente serio. Parece que el punto de ira de mi cuñado es ser comparado con su hermano mayor. —Por la manera en la que se comporta, diría que no son tan diferentes el uno del otro. —Henry borra aquella expresión seria para ahora, tener una sonrisa torcida. —Es curioso que digas eso cuando, tú defendías a capa y espada a mi hermano. Parece que ha sucedido algo que te hizo cambiar de opinión, te diré la verdad, Daphne, aposte a que te cansarías de la farsa de mi hermano una semana después de su matrimonio, pero ¿Tres meses? —Una risita maliciosa se escapa de los labios de Henry, y por alguna razón lo he encontrado atractivo. —El juego de ser el esposo perfecto es algo que le queda, pero, lo he escuchado hablar con su amante en la oficina. —Henry levanta una ceja, interesado. Mientras que yo aun no puedo dejar pasar el pequeño detalle de que, aun me tiene sostenida de la cintura, sus manos se amoldan bastante bien, a decir verdad. Pero no estaba aquí por una razón mínimamente importante, claro que no. —¿Camille? —Ahora soy quien lo mira con interés. —Ha sido la perrita faldera de mi hermano por mucho tiempo, no te dejes engañar por ella, puede ser una mujer mimada y consentida, pero es más inteligente de lo que aparenta, es posible que la estes viendo seguido. —Lentamente, Henry me suelta de su agarre y pasa sus manos por su pelo n***o azabache ligeramente ondulado, no es como el de Caleb, el cual es castaño claro y rizado. —Lo tendré en cuenta, pero lo que busco ahora es frustrar los planes de tu hermano, y evitar terminar en la ruina. —Le comento, pero Henry no tiene expresión alguna ahora mismo. El silencio que se instala en el lugar podría ser fácilmente cortado con un cuchillo de mesa, no sé qué podría estar pensando él, pero mirando hacia al pasado y recordando como justamente me había dicho; en ese entonces siendo un completo extraño para mi persona, mi esposo no podría complacerme jamás y creo saber bien que Henry se vio venir todo esto. Quizás si tan solo me hubiera advertido con más claridad, no estaría pasando por esta humillación. —¿Henry? —Llamo su atención, como estamos ya alejados el uno del otro, Henry se encontraba bastante cerca de su escritorio, se encuentra ligeramente inclinado mientras que la parte baja de su cuerpo esta casi sentada en el escritorio de manera fuerte. —No puedo ayudarte. —Sus palabras caen de manera repentina, y el sentimiento de decepción se instala en mi pecho, no esperaba que aceptara de inmediato, sin embargo, creí que al menos lo consideraría. —¿Por qué no? —Pregunto bastante consternada, veo como Henry vuelve a sonreír, pero esta vez lo hace de una manera discreta. —Yo trabajo solo, Daphne y no deseo que nadie salga afectado en mis asuntos con respecto a mi hermano, tú lo habías dicho antes ¿No?, no quieres involucrarte en los problemas que tengo con Caleb, por esto es que no deseo ayudarte. —Sus palabras tienen sentido, pero, no dejo de sentirme decepcionada. —Comprendo, no insistiré en que me ayudes. —Estando de pie, arreglos mis ropas con elegancia, no dejaría que viera que esto de alguna manera pudiera afectarme. Ciertamente vuelvo a sentirme como una tonta al pensar que recibiría algún tipo de ayuda por parte de mi cuñado. —Eres una mujer inteligente, sé que lograras resolverlo tu sola. —La sensación fría en la voz de Henry, me hace sentir que un cubo de agua helada me cae en la espalda, aclaro mi voz, y es que, sé muy bien que tratar de convencerlo será inútil, no tengo nada que buscar ya en este lugar. —Gracias por darme algo de tu tiempo, Henry. —Con pasos elegantes llego a la puerta, y mientras estaba pensando en finalmente irme, observo con cuidado los ojos de mi cuñado, que también me observa. —Estoy consciente de que soy una mujer inteligente, lograre hacer pagar a Caleb por esta humillación y sus engaños…Y cuando eso pase, una mujer habrá arruinado la reputación de uno de los hombres más importantes de apellido Jones. Y eso, no será por su ayuda. —Sin esperar alguna respuesta, termino de salir de la oficina de Henry, no sé qué expresión tenga, no sé si mis palabras habrán hecho algún efecto en él. Pero no le daría el placer a nadie.
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