Había pasado una hora desde que estábamos en casa de los Aston, pero también el sentimiento de incomodidad no dejaba de presentarse en mi cuerpo, no podía relajarme, por lo que había dicho el esposo de Melanie, quizás había visto mal, quizás solo estaba imaginando cosas. Trate de convencerme de que todo había sido una alucinación mía y algo que no deseaba en estos momento era problemas, pero, supe que nada de lo que ocurrió fue mi imaginación al momento de tomar el ponche, tenía una pequeña plática con Melanie y algunas otras damas que también habían sido invitadas, cerca de la mesa de aperitivos —justo donde estaba el ponche— William se acercó y “accidentalmente” su mano había tocado mi trasero, parece que nadie se dio cuenta de esto, a pesar de que guarde silencio y me puse rígida como