Con el rápido pasar de la semana, he hecho todo lo posible para aparentar que todo estaba bien delante de Caleb, sin embargo, lo único que no podía similar eran mi rostro que siempre mantenía con la misma estoica expresión de siempre, en los desayunos procuraba hacerlo lo más temprano posible y evitar así la presencia de mi perfecto esposo, quien parece estar dándose cuenta de mi trato diferente. Es posible que solo lo vincule hacia mis cambios de humor femeninos, con los cuales venia la menstruación. Fuera de eso, no había nada más que palabras vacías, y pensar que hace un tiempo estaba creyendo en cada una de las dulces y engañosa palabrería que usaba Caleb. Sus halagos y sus comentarios no me hacían sentir bien, ya que sabía que estaba mintiendo, lo sabía.
Para ese mismo tiempo, recib
