Me he levantado de golpe de mi asiento, he tenido que escuchar el insaciable toquido de la puerta por aproximadamente unos 15 minutos, más o menos. No tenía alguna intención de levantarme, pero, me he visto obligada a hacerlo, estaba tranquilamente leyendo unos cuantos libros en la pequeña biblioteca que se encontraba dentro de la casa —la misma a la cual me había encargado de llenar de cursis libros, algunos de terror y otros que superan la misma realidad de la ficción— mientras me encuentro caminando hacia la sala principal me extrañaba bastante no ver que nadie haya abierto la puerta. Si fuera algo importante, Valeriana estaría aquí ahora mismo. En cambio, siento que estoy prácticamente sola en esta enorme casa. Cuando he bajado por los escalones, maldiciendo en voz baja, me encamin