YILEYNA
La siguiente mañana amaneció más oscura y fría que el día anterior. Me vestí abrigadamente, llevando pantalones de cuero marrón, un corsé blanco y una chaqueta de cuero forrada en piel en la parte superior. Mi cabello estaba recogido en una coleta, no queriendo que el viento lo soplará en mi cara durante todo el día.
Justo cuando me estaba poniendo unos calcetines, hubo un golpe en la puerta, y me levanté y desbloqueándola, la abrí.
Charlene estaba allí, abrigada con un largo abrigo de piel, su cabello elegantemente trenzado. Tenía que admitir que era talentosa a pesar de tener omegas para ayudarla en casa.
—Buenos días, cariño. Maldición, mira esas tetas —dijo, guiñándome sugestivamente, haciéndome reír.
—Buenos días desde estos cojines para su dama favorita —dije mientras me
