YILEYNA Habían pasado unas horas desde que Charlene había llegado, y Theon volvió a ser el silencioso, frío, estoico y arrogante idiota que siempre era cuando no estábamos solos. Charlene había ayudado a organizar las cosas mientras Theon se había quedado fuera del apartamento, dejándonos solos, pero con la puerta rota yo sabía que podía escuchar todo. Estaba tan molesta con lo que había pasado y se negaba a creer que mis padres harían algo así. Diosa, la amaba. No solo lo decía para tranquilizarme, realmente lo creía. Solo desearía que su padre también se diera cuenta de que su amigo nunca haría eso. —¿Estos son para donar? —preguntó Charlene, señalando las bolsas que había apilado a un lado. —Sí —respondí, sintiendo una ola de tristeza mientras miraba uno de los vestidos de m