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—¿Ximena? ¿Qué haces acá? —pregunta confundido y pasa la mano por su cabello, organizándolo.
—Vine a traerte esto —contesto con voz temblorosa y le estiro el sobre con la carta.
La mujer está sentada en un tapete de felpa y apenas está usando un pequeño conjunto de ropa interior. Trago saliva y siento como si me estuvieran apretando el pecho.
—Gracias —me responde al recibir el sobre.
—Me voy —. Siento las lágrimas abarrotadas en mis ojos. De repente aparece en escena otra mujer también con un cuerpo espectacular y vistiendo al igual que la otra. Miro a Fernando con mis ojos abiertos y me giro directo a mi apartamento —. Sigan divirtiéndose —digo con voz quebrada, aunque intenté sonar tranquila.
—¿Qué? —dice confundido y después corre hacia mí y me toma del
