~ Capitulo 1 ~

1944 Words
Caminé unos pasos hacia atrás para poder admirar todo lo que había preparado como sorpresa de aniversario de bodas para tener una noche romántica con Roberto. Quería que todo fuese perfecto y la verdad tenía una apariencia muy buena, todo estaba delicadamente decorado. Esperaba que le gustara porque estábamos pasado por momentos difíciles y quería que las cosas tomaran otro rumbo de una vez por todas. En medio del balcón se encontraba una mesita con dos sillas, siendo adornada por un mantel blanco con un florero en el centro lleno de rosas rojas, dos platos de cada lado acompañados de copas de vino listas para ser utilizadas. En el suelo descansaban algunas velas y pétalos de rosas que trazaban un camino desde la puerta de la habitación hasta allí. La noche se había tornado mí cómplice, pues se encontraba despejada con algunas estrellas brillando y la luna estaba llena. Había una ligera brisa fresca que hacía ondear mí pelo y mí vestido, era relajante. El paisaje de los árboles y pinos que se alzaban en el lejano jardín que era iluminado por las pocas luces, era muy hermoso. Amaba esta cabaña porque me traía mucha paz, cada vez que venía me sentía de esa manera aunque ya no viniera tan frecuente como antes. Roberto había quedado que después de salir del trabajo vendría a la cabaña para pasar el fin de semana juntos ya que era feriado, pero aún no llegaba y me estaba impacientando porque la cena se estaba enfriando. — Él ya debería de estar aquí.- Dije mientras miraba el reloj que marcaban las 7:00pm. Mientras me senté en el mueble a seguir con mí lectura atrasada mientras lo esperaba. Normalmente si saliera del trabajo a la misma hora de siempre y con el tráfico solo tardaría hora y media para llegar pero aún no daba señales de vida, ni siquiera contestaba mis mensajes. Escuché un estruendo que me sobresaltó y me di cuenta de que me había quedado dormida. Me puse de pie de inmediato para ver qué había sido. Todo estaba en penumbras pero podía divisar la forma del cuerpo de Roberto y este haciendo total acto de presencia al encender las luces mostrándome una cara de malhumorado. — ¿Por qué las luces estaban apagadas? Casi me parto la cabeza al entrar.- me gritó de muy mal humor mientras se peinaba con los dedos el desastre que tenía por pelo, ya necesitaba un corte. — Como puedes ver habían velas pero se derritieron esperando que llegaras y me quedé dormida así que no me percaté de que llegaste para encender las luces.- le dije mientras recogía del suelo la manta que me cubría hace un momento y que por el aparatoso momento se había caído. — ¡¿Te dormiste con velas encendidas en la casa?! ¡Eres genial Isabella! ¡Muy inteligente de tú parte! .- me gritó de manera sarcástica. Se veía furioso.— ¡O sea, que posiblemente encuentro solo las cenizas de todo esto! — ¡Perdón señor perfecto! pero no pude evitar quedarme dormida después de haberte esperado durante horas! - también le grité de regreso.— Te había preparado una sorpresa por nuestro 5to aniversario de bodas pero al parecer eso también se te olvidó, como se te olvidó llegar a tiempo una vez más.- le reclamé mientras me encaminaba al closet para quitarme la ropa.— Ahí está la cena, está fría pero si tienes hambre la puedes calentar. Yo me voy a dormir, ya no quiero nada. — ¡Ahora todo es mí culpa como siempre! ¡Ni siquiera me haz preguntado qué sucedió!.- dijo indignado, haciéndose la víctima como de costumbre. — Ya no importa Roberto, pasa buenas noches.- dije quitándome la ropa con furia para colocarme un pijama cómodo. — Como tú quieras Isabella, luego no te quejes que siempre es lo mismo contigo, nunca estás conforme con lo que hago o digo. No sé qué es lo que quieres de mí. Eso fué lo último que escuché seguido de un fuerte portazo dando anuncio a qué había salido de la habitación. Sentí una fuerte sensación de decepción porque por más que lo intentara siempre terminaba haciendo lo mismo; donde me fallaba y luego yo tenía la culpa por mencionarlo o sentirme mal con el hecho. El leve sonido de música se cuela a través de las paredes desde la planta baja y sé que debe estar tomando alcohol, pues cada que pasa algo como esto es la acción que toma. Ya estaba empezando a ver lo que mí amiga Kamila tanto me decía de que esto se estaba convirtiendo en algo tóxico y debía frenarlo a tiempo, solo que no sabía cómo hacerlo porque ni siquiera contaba con el apoyo de mí propia madre; ella está igual de cegada por él que como estaba yo al principio de nuestro matrimonio, además de que le importa más el qué dirán de su círculo de "amigos" que lo que pueda yo decirle. Me acosté en la cama en posición fetal y dormí con ese último pensamiento, ya estaba muy cansada tanto física como mentalmente para seguir dándole vueltas a lo mismo. Al día siguiente el sol me golpeó el rostro haciendo que me despertara. Me estiró sobre las sábanas sintiéndome adolorida por la mala posición en la que dormí. Observo a mí al rededor sin ver rastro alguno de Roberto. No hace falta preguntar, sé que no pasó la noche aquí. Me pongo de pie y me dirijo al baño para asearme. Tenía pensando volver a la casa ese mismo día, no iba a pasar el fin de semana con él en estas circunstancias. — Buen día.- dice él entrando al baño con un fuerte olor alcohol. Se veía desaliñado. No le respondí pues me estaba cepillando los dientes, solo lo miré a través del espejo y lo ví adentrarse en la ducha con el agua fría luego de quitarse la ropa. Terminé de lavarme los dientes y comencé a recoger su ropa para llevarla al cesto de la ropa sucia que teníamos en un pequeño armario del baño. Luego de eso salí del baño para darle su espacio. Tomé mí maleta que aún tenía todas las cosas que traje de casa para sacar algo para vestirme y lo ví adentrarse en la habitación. Decidí cambiarme de ropa en el baño y así tener menos contacto con él. Yo seguía muy enojada con lo acontecido de anoche pero al salir del baño me abordó. — ¿Vas a volver a casa?. - dijo señalando la maleta que descansaba encima de la cama. — Sí, quiero volver a casa.- dije desde lo lejos con los brazos cruzados. — No te vas a ir sin mí.- dijo en tono autoritario.— Además es feriado, así que si ya estamos aquí así que nos quedaremos; Desempaca todo y baja que vamos a desayunar.- dicho esto salió de la habitación sin darme tiempo a reaccionar. Me quedé pasmada por un momento y luego hice lo que me dijo, comenzando por desempacar. Ya no quería provocarlo más, debía actuar cautelosamente porque estoy en un lugar apartado, sóla con él y actualmente tiene una actitud muy reprochable, lo desconozco. No es ni la sombra de aquél hombre atento y caballeroso del cuál me enamoré hace 5 años cuando estábamos estudiando juntos en la universidad. Es que ni yo misma soy la que era antes de conocerlo y eso solo hace que me sienta peor, ya ni sé quién soy. — ¿Por qué tardaste tanto?.- me dijo mientras tomaba un poco de su jugo de naranja.— Ya se iba a enfriar el desayuno. — Ya estoy aquí.- me senté en una de las sillas del comedor de la terraza donde había un desayuno muy llamativo. A Roberto le gustaba la cocina y lo hacía bien; era de esas cosas que tanto le gustaba presumir que se le daban bien.— Todo se ve bien, gracias por prepararlo y provecho. — ¡Oh vaya, de nada! ¡Hoy si se me reconocen mis esfuerzos!. - giré los ojos y seguí tomando de mí jugo, porque aquí veníamos otra vez con su actitud de víctima cuando la que tiene que estar enojada soy yo por lo de anoche. Se dañó una gran oportunidad de arreglar las cosas por su culpa. — Ya que anoche no pudimos hablar. - dije sin seguirle su juego de comenzar una discusión. — Quiero contarte algo de lo cual me enteré hace unos días. — ¡Ay Isabella! Si vas a comenzar otra vez con algún chisme que te contó tú amiguita Kamila de mí, mejor no empieces. Ya estoy cansado de lo mismo y de esa mujer, sabes que no me gusta que te juntes con ella. — No tiene nada que ver con Kamila. - respiré profundo y dejé los cubiertos encima del plato. — Menos mal porque ya estoy cansado.- puso cara de exasperación mientras se llevaba otro bocado a la boca. — ¿Será que puedo hablar?. - le pregunto y él hace gesto desinteresado con la mano de que prosiga.— Estoy embarazada. Comenzó a toser como loco por haberse atragantado con lo que comía. Sus ojos estaban como dos platos, a lo que parecía que lo había sorprendido mucho. — ¿Estás segura?. - su gesto que hace rato era de asombro ahora había cambiado a otra que no podía descifrar del todo.— ¿Ya lo confirmaste? — Sí, Roberto.- dije para luego comer un trozo de piña, la verdad estaba muy ansiosa de qué iba a suceder después de esto. Habíamos intentado durante 3 años tener un hijo y no se lograba, entonces justo cuando todo iba en picada me entero de esto. La verdad debería sentirme felíz, pero es todo lo contrario porque es otra razón por la cual tendría que estar más tiempo a su lado. Si antes mí familia no permitía un divorcio, menos ahora en mí estado. Esto ya parecía una pesadilla de la cual no podía escapar. — Lo siento, estoy en shock. - se pasó las manos por el rostro y me miró directo a los ojos.— Había estado esperando esto durante todo este tiempo juntos, sabes que yo siempre he querido tener un hijo. -lo sé de sobra, puesto que me he sometido a muchos tratamientos de fertilidad durante todos estos años.— ¿Alguien lo sabe?. - niego con la cabeza. — Estaba esperando contarte a ti primero. — Bien, entonces tenemos que celebrar esto.- dicho esto tomó su celular, se levantó de la mesa para marcar un número y vi como a la distancia comenzó hablar con alguien. No es como yo pensé que él reaccionaría años atrás al contarle algo tan importante en nuestras vidas, algo que la va a cambiar por completo de ahora en adelante, pero ya ni sé porqué me sorprende su actitud. Después de eso solo se dedicó a contarle a su familia y sus amigos que sería padre, como si ser padre para él fuera tener uno de sus tantos trofeos que coloca en el despacho de la casa. No le dije nada más, solo me dediqué a descansar en un sofá mientras me decepcionaba un poco más de nuestra relación. Estaba haciendo que todo el amor que le llegué a tener se transformara en algo muy distinto. El fin de semana transcurrió con ese mismo ritmo, donde nos hablabamos sólo lo necesario, recibiendo llamadas de felicitaciones de supuestas personas interesadas en nuestro bienestar y compartiendo el tan amplio espacio que ya me hacía sentirlo como un abismo.

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