Punto de vista de Rylee
Golpe
—¡Maldita puta, aparta los ojos de mi compañero —grita una loba en mi cara. Acusándome de mirar lascivamente a su compañero.
Cuando él era el que me miraba lascivamente a mí. Ella simplemente estaba demasiado celosa para admitir que yo me veía mejor que ella, incluso con el uniforme de criada.
Mi nombre es Rylee Duquesne y mañana cumpliré dieciocho. Vivo en la manada Halfmoon, liderada por su alfa Eric Patterson y la luna Nicole. Ambos son unos completos idiotas y fueron responsables de la masacre de toda mi familia, la manada Silver Lake.
Ellos no tienen idea de que soy hija de un alfa. Mi padre, el alfa Mitchell Jackson Duquesne era amable y trataba a todos de manera justa; sin embargo, el alfa Eric trata a todos como si fueran inferiores a él. La luna Nicole y su hijo, Ashford, Ash para abreviar, no son mejores.
Cuando tenía diez años, el alfa Eric y su manada masacraron a mi familia, dejándome como la única sobreviviente. Me encontraron en las ruinas de nuestra casa de la manada y me llevaron a vivir con ellos. Al principio, pensé que era porque sentían remordimiento, pero me equivoqué. Me convirtieron en su propia marioneta. Desde los diez años, he estado haciendo todo el trabajo doméstico para una casa que alberga a más de cincuenta hombres lobo.
Durante los últimos ocho años, he sido una esclava de las personas que solo me han causado dolor y sufrimiento. Ellos mataron a mi familia, me tratan como basura y duermo en una habitación debajo de la escalera que solía ser un armario de zapatos, en una cama en la que apenas quepo, con una vieja manta húmeda que hice yo misma con sábanas viejas que iban a ser tiradas.
—¿Me oíste, pedazo de mierda? ¡Aléjate de mi compañero! —grita la loba, cuyo nombre nunca me molesté en aprender, en mi cara.
Intenta golpearme nuevamente, pero yo detengo su mano.
—No me toques —le digo con veneno en mi voz.
No se me permitía hablar, mucho menos responderle a alguien, pero esperaba que esto me enviara a la lavandería por el resto del día.
—¡RYLEE! —oigo al alfa Eric.
Me doy la vuelta y lo miro directamente a los ojos. Nadie se atrevía a mirarlo a los ojos, porque, bueno, él es el alfa; sin embargo, no es mi alfa, así que no tiene poder sobre mí. Esta es la razón principal por la cual me golpean y me dejan hambrienta. Ni él ni nadie más en esta casa me obligarían a someterme a ellos.
—¡Conoces las reglas! —Solo lo miro fijamente —¡VE A LA LAVANDERÍA! ¡NO TENDRÁS CENA! —gritó en tono de alfa. Solo rodé los ojos y me alejé.
—Cariño, te dije que deberíamos haberla desechado —escucho a la luna Nicole decir mientras me alejo.
—Adelante —respondo con desprecio, volviéndome hacia ellos.
—Me gustaría verte aprender a cocinar y limpiar. Ni siquiera puedes hervir una olla de agua sin quemar la mitad de la cocina.
—¡Maldita perra! —grita ella y me abofetea.
Las bofetadas apenas me duelen porque suceden tan frecuentemente en los últimos ocho años.
—¿Eso es todo lo que tienes? —le lanzo una mirada sucia y me alejo.
Puedo escucharla maldecir y quejarse como la pequeña perra que es. No sé cómo demonios llegó a ser luna. Voy a la lavandería en el sótano y solo me quedo allí hasta que tengo que ir a hacer la cena. Comienzo a doblar sábanas porque el olor de la ropa limpia me tranquiliza. Probablemente te preguntas por qué me quedo aquí; la respuesta es simple. Tengo un techo sobre mi cabeza, comida para comer y un lugar donde dormir. Puedo dormir en una cama, aunque sea una cama improvisada, pero sigue siendo mejor que el suelo o quedarme en la calle.
Esperaba que la Diosa Luna se apiadara de mí cuando obtenga a mi lobo y me conceda un compañero que me ame, me aprecie y me proteja. Si no encuentro a mi compañero mañana, entonces me hice una promesa de irme y vivir como una loba solitaria. La manada Halfmoon solo pudo retenerme hasta ahora y ellos lo sabían. Después de mañana estaría libre de este lugar, porque legalmente, como adulta, no tendrían poder sobre mí, especialmente porque también soy una alfa por sangre.
Punto de vista de Ash
Estaba en mi próxima oficina probándola con una loba cuyo nombre ni siquiera recuerdo. Estaba hasta el fondo dentro de su estrecho coño mientras sus paredes apretaban mi palpitante polla.
—¡Sí! ¡Ash! ¡Fóllame más fuerte!
—¡Te dije que no dijeras mi nombre! —le gruño.
Odiaba cuando hablaban o decían mi nombre. Arruinaba la fantasía de que fuera Rylee debajo de mí. Cumplí dieciocho años hace seis meses y supe desde ese mismo día que Rylee, nuestra esclava doméstica, era mi compañera.
Ella todavía tenía diez y siete años en ese momento. Mi lobo, Kano, estaba emocionado cuando descubrimos esto, pero yo no. Me daba asco que la diosa luna me emparejara con alguien tan miserable. Me hice una nota mental para rechazarla, pero Kano se estaba resistiendo.Cada vez que llevaba a una loba a mi habitación o a mi oficina para follar, Kano y yo peleábamos. Él quería reservarse para Rylee, pero yo ya estaba decidido a rechazarla.
Pero como Kano y yo compartimos una mente, no pude evitar encontrarla hermosa y sexy. De hecho, incluso un hombre ciego podría decir que Rylee era atractiva. Tenía un pelo rubio sucio y brillante, ojos marrones oscuros, labios de color durazno natural, una hermosa sonrisa y un cuerpo para morirse. A pesar de estar hambrienta la mayor parte de su vida, eso no impidió que su cuerpo se desarrollara de manera asombrosa. Si quería excitarme durante el sexo, tenía que imaginar que era ella debajo de mí cada vez que me acostaba con una chica, de lo contrario, me quedaría flácido en dos segundos.
—¡Argh! —gimió mientras mi clímax se apoderaba de mí.
—¡Espera! —gritó el Omega, pero era demasiado tarde. Me retiré y eyaculé sobre su estómago y pecho —¡Ni siquiera me había corrido aún!
—Qué lástima, ahora lárgate de mi oficina.
—¡CABRÓN! —gritó y se fue.
Honestamente, me importaba muy poco si alguna de las chicas con las que me acostaba llegaba al orgasmo.
Mañana es el cumpleaños de Rylee y estaba listo para ver si en realidad ella era mi compañera o no. Aún planeaba rechazarla y lo iba a hacer delante de toda la manada.
¡No rechaces a nuestra compañera! ¿Qué te pasa?
Cálmate, Kano. No puedo tener una compañera tan débil como ella. No importa si la encuentro físicamente atractiva o no. ¡No es digna!
Si lastimas a nuestra compañera, convertiré tu vida en una pesadilla viviente.
Tranquilízate, tendremos una segunda oportunidad.
Sabes que eso es raro entre nuestra especie.
Bueno, soy un Alfa, la diosa de la luna sabe muy bien que necesito una Luna para ser fuerte. Así que nos dará una segunda oportunidad, una mejor oportunidad.
Saca la cabeza del culo, Ash.
Vete a la mierda, mestizo.
Empujo a Kano al fondo de mi mente. Sabía lo que estaba haciendo. Pero era cierto lo que él decía. La diosa de la luna rara vez daba segundas oportunidades. Me subí los pantalones cortos y los boxers y llamé a Rylee a mi oficina para que la limpiara y quitara el olor a puta loba. No podía comunicarme mentalmente con ella porque no tenía lobo y, incluso si lo tuviera, nunca sería m*****o de nuestra manada, por lo que no sería posible comunicarse mentalmente con ella.
Unos minutos después de haberla llamado, ella entró y llevaba una simple camiseta que le quedaba grande, pero ató el dobladillo en la esquina de su cadera para que le quedara mejor. Llevaba mallas que estaban demasiado desgastadas, podía decir que eran las mismas que usaba a diario. Tenía el pelo recogido en una coleta alta, y eso revelaba su sexy cuello. Sacudí la cabeza para aclarar mis pensamientos. Pensamientos que sabía perfectamente que Kano había puesto allí.
Odiaba sentir el vínculo de compañeros con ella, pero la despreciaba de todos modos. No era más que basura, y como Alfa, no me relaciono con basura.
—¡Apúrate, por favor! —le grité.
Quería que desapareciera de mi vista. Más aún porque el vínculo de compañeros me estaba volviendo loco. Debido a que iba a cumplir dieciocho años en menos de veinticuatro horas, podía sentir que realmente era mi compañera.
—Cálmate, ya terminé, idiota —murmuró y se levantó para irse.
—¿QUÉ ME HAS DICHO? —rugí y agarré su brazo, girándola para que me mirara.