" Lucifer, un ángel caído. Un ser tan perverso como complaciente.
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Las manos de Lucien apretaban con brusquedad mis pechos. Estaba excitado, la dureza con la que frotaba mis glúteos lo decía.
— Ah… —solté. Mis rodillas se sentían débiles. Me estaba costando mantenerme de pie—. L-Lucien… ¡Ah!
Él metió la mano debajo de mi brasier, su tacto hizo que mi cerebro no resistiera, lo que desencadenó en que cayera en sus brazos.
Me subió en sus brazos, me miró con pasión, ninguno dijo nada. Solo nos mantuvimos disfrutando del silencio. Él no tardó en llevarme a la habitación que seguro era su recamara. El aroma era fresco, mi nariz se deleitaba.
Me devolvió al suelo, pero en un segundo me giró, volviendo a colocarse detrás de mí, hundiendo su nariz
