Kevin
-si?
-estuviste quedándote aquí?
Siento sus dedos acariciarme las manos, cosa que no ha dejado de hacer desde que nos acomodé aquí. Hace un tiempo largo que estamos en el suelo, y aunque me duele un poco la espalda, pues ya no soy un adolescente, no me quejo, me gusta tenerlo así, tan pegado a mí, como hacía tanto tiempo no lo sentía.
-desde que volvimos hace dos días sí, pero sólo vengo a dormir y leer. Ayer estuve en la casa y vine ya tarde en la noche.
-te molesta si ahora me quedo yo unos días?
Me muerdo la lengua para no arrepentirme, prácticamente lo estoy echando
-por supuesto que no, es tu casa tanto como la mía.
Hace el intento de pararse pero lo sostengo fuerte, -espera no te vayas aún.
-está bien, no quiero incomodar. Prefieres que vayamos a la cocina o a la sala. El suelo es algo incómodo. No así tu cuerpo pero tu debes estar cansado.
-ahora que lo dices, si mejor, me duele un poco la espalda, y hace más de 20 horas que no duerme más de 2 horas seguidas. Pero quiero sostenerte así un poco más
Eso si me arrepiento de decirle, va a volver a enojarse.
-lo sie..
-está bien Pedro. Abracemonos todo el tiempo que quieras. Pero vayamos a algo más cómodo así descansas
-Vamos
Ahora si se levanta y me ayuda a pararme, me costó un poco y casi todo el trabajo lo hizo él.
Al estar parados tan cerca, lo miro con un nudo en la garganta y subo una mano temblorosa para tocarle la barba, que está un poco mas larga que cuando me fui, me da un besito sorprendiéndome
-ven Pedro.
Observo como mira la cama pero sigue más allá y vamos a la sala, al ayudarme a tirarme en el sofá se da vuelta buscando una manta que siempre tenemos doblada en una silla y se asusta
-cierto, lo olvidaba. Traje un invitado
Le digo como si se tratara de nada raro
-no pensabas avisar?
Habla mientras se sube detrás mío y me abraza tipo cucharita
-no estaba bien cuando llegué, y mi mente me trajo hasta aquí sin ningún indicio, entre y los recuerdos me nublaron, luego te uniste a mi.
Me río un poco
-creí que no estabas y que podría llorar en la oscuridad
-puedes llorar cuando quieras Pedro, sobre todo delante de mi.
Quieres algo para comer? O quieres dormir un poco?
-hay helado?
-fue lo primero que compré
-de chocolate y
-menta, con trozos
-de más chocolate
-nunca lo olvido
nos reímos mientras trae el pote y dos cucharas, nos sentamos hombro con hombro y acuesto mi cabeza en su pecho de alguna manera extraña no siento incomodidad a pesar de qué somos muy grandotes los dos.