Pasaron los días y todo iba muy bien con Lourdes. Maya y yo sólo hablábamos en clases. En ocasiones me daba un poco de nostalgia no compartir más con ella, a pesar de todo éramos amigos desde niños, pero era lo mejor para ambos. Una tarde suena mi teléfono al ver era Maya que me estaba llamando al contestar la escuche muy nerviosa. —George disculpa que te llame, pero ¿podras venir por mi? mi padre a regresado a casa y después de haberse marchado ahora quiere que lo aceptemos como si nada hubiese ocurrido, ¡no quiero estar más aquí! —exclamó —¡si no hay problema! enviame la dirección por mensaje. Saldré en este momento. Trata de calmarte! —contesté Salí de inmediato de la casa hasta el lugar que me había indicado por un mensaje de texto. Al llegar al lugar Maya estaba afuera sentada sobr