Con la guerra pisando le los talones a su corta edad Freya debía tomar elecciones aún que la mayoría de ellas siempre eran consultadas y avaladas por sus maestros, al final del día ella debía comenzar a tomar decisiones por ella misma pues un pueblo recaía en sus manos y les debía respeto, seguridad y paz para todas y cada una de las familias que vivían bajo su gobierno.
Freya nunca había querido salir de su prisión de oro, marfil y mármol que conocía por hogar pero los acontecimientos se comenzaron a mover de tal forma hasta llegar al resultado; Estaba por cumplir trece años y ya había visto los ojos de la crueldad, lo inhumano que podía habitar en las personas.
— Toc Toc
Ma interrumpió los pensamientos de Freya quién se vio obligada a voltear
— He visto que hoy a pasado mucho tiempo aquí en su cuarto y por eso se me ocurrió esto.
Ma coloco frente a ella un enorme vaso de helado, a pesar de que era un día frío, quizás el día más frío que ellos habían vivido desde que llegaron a Apolinar
— Muchas gracias Ma
Intentó componer una sonrisa como las de antes, pero sin mucho éxito pues lo vio reflejado en los ojos de su Maestra.
— Está nevando de nuevo
— Así es pequeña aquí siempre caes la nieve, pero está en especial es la primera de la temporada
— Lo puedo notar, he vuelto con la nieve
— Te fuiste con el fin de esta y ahora vuelves con el inicio
— Soy como la nieve
Los ojos de Freya se fijaron en la ventana
— Siempre blanca, siempre fría, siempre cayendo, siempre en invierno incapaz de conforta a alguien, incapaz de dar calor.
Ma se quedó cayada solo observando a la que por fuera lucia como su niña, pero era solo la imagen el cascarón. Pero por dentro se notaba el cambio, Ma no dijo nada más solo se alejo.