La otra perspectiva

1524 Words
Mientras observaba a lo lejos a esa mujer, no podía evitar sonreír. Quise no mirarla pero mis ojos eran mis peores enemigos, siempre que desviaba mi mirada encontraban la forma de volver hacia ella. Todo de ella me parecía extraño e interesante, quería saber más de ella y de eso estaba muy convencido ya que mi mirada quería seguir admirandola. Un día me armé de valor para tratar de hablar con ella, pero la conversación anterior que había tenido con mis compañeros me hizo entristecer. Sabía que su carácter era frío y cortante, pero aún así me arriesgué. — ¡Vamos, eres un valiente y fuerte arcángel!, que no te intimide un simple pecado.— pensé tratando de motivar cada paso que daba hacia ella. Era un día lluvioso, tal vez perfecto para ella ya que se veía muy feliz. Cada paso que daba estaba lleno de inseguridad y nerviosismo, y esto aumentaba cada que me acercaba a ella. Mi corazón parecía que en cualquier momento saldría por mi boca y mi respiración comenzó a agitarse. — ¡Que tonto me vería frente a ella con este aspecto!. Solo soy un arcángel novato e inexperto que se quiere hacer el valiente cuando es un... ¡¡¡cobarde!!!.— pensé mientras extendía mis alas. No quise que me viera así pero aun así usé mis alas para subir al árbol en la misma jardinera de este, donde se encontraba ella. Trataba a toda costa retener mis lágrimas pero cada que lo hacía... pensamientos negativos aparecían. — Vamos, solo es decirle un simple "hola".— pensé. Al mirar hacia abajo noté que comenzó a fruncir el ceño aún con los ojos cerrados. Verla a pocos metros me hizo caer nuevamente en ese sentimiento que mi deidad nos otorgó, el amor. Era algo de lo que no debía de guardar y entregar a una sola persona, ya que eso sería algo egoísta y se castigaba con las alas. Pero... realmente esa mujer pecado me gustaba desde que la vi, y no podía hacer nada al respecto con mis sentimientos; "¡¿A quién se le ocurrió darnos ese sentimiento sabiendo que alguno podría romper las reglas?!. Era tonto pensar en eso, una mala decisión tomada por la deidad me hizo enamorarme de una sola persona y para colmo alguien del otro bando, según nuestros enemigos. — Oh..— susurré tratando de buscar algo para comenzar una conversación. Ella solo se dio la vuelta sin despertarse, y eso me alivió un poco. No sabía como comenzar una conversación, era la primera mujer con la que hablaría. Tal vez en los elíseos hay ángeles femeninas pero ellas tienen una tarea diferente que es proteger a los niños y a los adultos mayores, rara vez podemos ver una pero como lo dicta nuestra regla: "El amor tiene que dirigirse a todo el mundo y a cada ser por igual", así que soy el primer ángel que subió de rango a arcángel y se enamoró. — ¡¿Con que empiezo?!. Hola, soy un arcángel que se enamoró de ti y que quiere que estés con el por que lo castigaron, vamos solo son 10 días. Que tonto suena... creerá que es una escusa.— pensé mientras soltaba un suspiro. Me sentí realmente triste, pensar que ni siquiera en esos días que me quedaban podría declararle mi amor. Ella podría rechazarme pero estaría dispuesto a eso, tal vez con el rechazo podría trabajar en paz. — M...— me tapé la boca.— ¡¿Qué es lo que estas pensando?!, ella creerá que eres un rarito y que estás jugando.— pensé. No pude evitar un minuto más en silencio y mis lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas, traté de no hacer ruido pero eso no funcionó y eso pareció haberle molestado ya que solo habló: — ¿No puedo estar tranquila?.— abrió los ojos.— ese tonto arcángel siempre me impide trabajar a gusto.— mencionó mientras miraba hacia donde me encontraba yo. Al sentir su mirada me hizo ruborizar y con vergüenza comencé a limpiar mis lágrimas, tenía su atención así que era el momento para hablar con ella pero jamás esperé que ella me hablara. — Oye, ¿puedes irte a llorar a otro lado?. Estas arruinando mi labor.— se cruzó de brazos mientras me veía ya de pie. Solo asentí en silencio ante su petición y sin pensar solo bajé del árbol para dirigirle la palabra, pero nuevamente me ganó. — ¿Dónde quedó ese aspecto divino que tanto nos presumen?.— me preguntó mientras me miraba con desagrado. Sentí una punzada en mi pecho, y nuevamente comencé a llorar por su pregunta, me molestaba que siempre hicieran mención del aspecto de los arcángeles, tontos estereotipos que nos crearon. Tenerla frente a mi me hizo caminar hacia ella y no pensar en mis acciones, mis sentimientos fueron los que actuaron sin escuchar a la razón y la abrazaron. Realmente no esperaba que correspondiera así que cuando me empujó para separarme de ella y hacerme caer al suelo... no me molestó porque comprendía su actitud. Ella solo me miró una vez más, pero solo unos segundos para luego darme la espalda y comenzar a caminar, a lo que yo solo la tomé del pie para detenerla. No quería que me dejara solo, además de que debía cumplir con mi deseo de poder decirle lo que siento, así que solo le pedí algo que pareció sorprenderle. — No te vayas.— le pedí con los ojos llorosos.— quédate a mi lado, por favor. Por unos momentos el silencio gobernó el lugar, pero aún así no quise rendirme y soltar su pie. -.-.-.-.-.-.-.- Con la respiración agitada me levanté de la cama por aquel sueño extraño que había comenzado desde que la vi, esa mujer aparecía en cada uno de mis sueños. No sabía exactamente por qué, pero aún así comencé a escribir en una libreta cada uno de los sueños que había tenido para no olvidarlos. No entiendo el porqué me causa felicidad y nostalgia cada uno de mis sueños, pero si ese fui yo... — ¿Fui masoquista?.— hablé para mi mismo mientras veía la pantalla de mi móvil.— jajaja, ayy que gracioso pensar que ese joven llorón fui yo.— me reí de tan solo pensarlo.— ayy aún que es imposible que la reencarnación exista. Ya un poco más calmado solo cerré los ojos para conciliar el sueño, ya que al día siguiente tendría una junta con los ejecutivos respecto a la nueva construcción de un parque. Gracias a dios no volví a tener un sueño extraño en las pocas horas que me quedaban para descansar. La alarma sonó y sin pensarlo me levanté para comenzar mi rutina diaria, levantarme, darme una ducha, cepillar mi cabello, vestirme, desayunar y cepillarme los dientes para luego salir de mi departamento. Todo parecía parchar bien en ese lapso de tiempo hasta que mi maletín se me cayó y se abrió, de este se comenzaron a salir las hojas de los diferentes planos e ideas que tenía. Con desesperación comencé a tratar de juntar cada una de las hojas, pero cuando me faltaba solo una alguien la piso para después levantarla. — Señorita, ¿me podría dar esa hoja?.— le pregunté a la señorita que vestía de tacones negros y un vestido de igual color pero con detalles dorados. — Ten más cuidado... Elián.— me dijo mientras me entregaba la hoja. Solo me sonrió para después solo cruzar la acera. Era extraño, pero aún así ese nombre por el cual me llamo hizo que mi corazón saltara de emoción. Rápidamente me levanté del suelo con la maleta ya cerrada para dirigir mi mirada hacia donde ella iba caminando junto a un joven que le entregó un sombrero n***o que tenía un velo del mismo color. No quise preguntar el por que de su vestimenta, pero lo que si le pregunté fue algo que le hizo reír junto a su acompañante. — ¡¿Cómo te llamas?!.— le pregunté aún permaneciendo en el mismo lugar. — Puedes decirme Pereza... mi dulce arcángel Elián.— me respondió mientras se alejaba con el joven. Estaba un poco confundido, pero aún así no pude evitar que lágrimas cayeran de mis ojos. No entendía lo que me estaba pasando, pero al recordar lo que había escrito en la libreta sobre cada uno de los sueños que había tenido... me percaté de que era verdad, cada sueño fue una vivencia totalmente fantástica. Con una gran sonrisa que trataba de apaciguar mis lágrimas solo pensé.— Espero con ansias poder hablar contigo... Pereza. Mientras sonreía limpiaba mis lágrimas para después seguir con mi camino, ya que debía llegar temprano para la junta. Sin detener mi andar, seguí pensando en ella hasta que llegué a la oficina, donde solo una cosa pasó por mi mente. — La primera mujer que capturó mi atención en esta miserable vida que llevaba...— pensé para después solo soltar un suspiro al estar frente la puerta de la oficina. Fin?...

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