Paula abrió sus ojos de golpe al escuchar el canto de gallo. Elevó su cabeza de improviso y todo dio vuelta a su alrededor, la vista se le nubló y vio todo oscuro. Volvió a apretar los párpados y se agarró la cabeza con fuerza. Juan Andrés la observó con extrañeza, frunció el ceño, se quedó pensativo. —¿Qué te ocurre? —cuestionó. Paula sintió que el malestar iba pasando, esta vez abrió con lentitud los párpados. —Nada —respondió—, veo que ya te sientes bien, debes tomar tu medicina —dijo ella. —¿Medicina? —indagó él con curiosidad. —¿Con qué dinero compraste? —preguntó. Paula inhaló profundo, se puso de pie. —Estabas muy mal ayer, llamé a tus padres, ellos trajeron un médico. Juan Andrés apretó sus puños con fuerza. Aniquiló con sus ojos a Paula, se puso de pie de inmediato, y se a