—Te quedas callado y me haces sentir peor, ¿Qué piensas? preguntó Bianca con sus manos entrelazadas, frotaba sus palmas así. —¡No me conoces Bianca! —respondió él, aún trataba de procesar lo que ella le confesaba. —Te he oído gemir en mi oído —le respondió ella divertida. —¡Muy graciosa! —respondió Maximiliano esbozando una sonrisa, inclinó el rostro hacia abajo. —¿Tan terrible te parezco? —¡Odio eso! Sé lo que haces, obviamente eres hermosa, no eres terrible, no me quieras enredar en esos juegos, ¿Quieres que te diga lo hermosa que eres ?—preguntó él. —¡Sí! ¿Por qué no? Quiero que me lo digas —dijo ella desafiante. —¡Tonta! Eres muy infantil —contestó y se echó a reír, la miró por unos segundos a los ojos— —¡Vamos a ser una familia! Sé que valoras mucho eso —dijo ella. —Lo pode