¿Existen palabras que puedan consolar a una madre ante la perdida de un hijo?
Para Anaís no las había, su corazón dolía y todo lo que le decían no la consolaban, y es que cuando muere un hijo la labor que tenemos como padres queda inconclusa, y las esperanzas se vienen abajo, porque la muerte es como un inmenso muro de piedra que se interpone.
Todo esto da a luz a un terrible vacío en el corazón de aquellos padres que sufren una perdida de un hijo, es un sufrimiento muy difícil de sobrellevar, pues es un dolor tan intenso y persistente.
Después que Anaís regreso del hospital, se sintió aturdida y desorientada, tenía muchas cosas que hacer, pero no sabía por dónde empezar. Su nana se mudó a su casa para poder ayudarla en los quehaceres a la vez de hacerle compañía.
Aunque en estos momentos, se necesita tiempo para llorar el dolor a solas y poner en orden los pensamientos, se necesita de la ayuda de los amigos para evitar aislarse. Y eso es lo que Fanny e Evelin se han encargado, sus visitas ayudaban a Anaís, aunque la mayoría de las veces no decían nada. Otras veces la sacaban a comer o pasear por algún parque de Valencia.
Durante algunas semanas su estado de ánimo experimento cambios drásticos, había días en los que no podía dejar de llorar a pesar del apoyo que tenía de sus familiares y amigas. Otras veces ella creía que se volvería loca.
Evelin dejo de ir algunos días, ya que para Anaís le resultaba difícil estar con ella, pues veía que su aborto era como una especie de castigo por haber negado de su hijo en cuanto se enteró.
—Anaís me odia —Evelin se sentía mal.
—Eso no es así —respondió Alexis —ustedes han sido las mejores amigas por varios años, solo que cada mujer responde de manera diferente cuando pierde un hijo. Algunas se sentirán confundidas, otras desilusionadas, y habrá quienes se sumen en una inmensa tristeza.
—¿Será? —pregunto Evelin dudosa.
—Claro que sí, mira según los expertos, es natural que una perdida así tan grande como la que provoca un aborto espontáneo, provoque un dolor tan profundo, el cual es un sentimiento que forma parte de ese proceso de curación. Solo dale tiempo.
—Gracias Alexis.
Dos meses después.
—Vecina le he traído una linda rosa —dijo Ezra con una sonrisa.
—Gracias Ezra.
—¿Cómo estás?
—Hola Fanny, hola Alexis.
—¿Cómo te sientes?
—Estoy mejor, gracias por preguntar, Alexis.
Anaís agradecía toda esa ayuda que sus amigas hacían. Pero su corazón dolía más, porque no tenía el apoyo de su esposo. Rafael nunca le dijo alguna palabra que la consolara, no hubo abrazos ni nada. Se mantuvo distante, seco, indiferente, algo que ella no entendía, algo que no pasó desapercibido a los ojos de los demás.
—¿Qué harías tú? —pregunto de repente Anaís.
—¿Qué? —Alexis no había entendido a qué se refería.
—Olvídalo, estoy pensando de más.
—Tranquila —Alexis le dio una abrazo, lo que hizo que ella empezará a llorar.
Ese era un abrazo que ella esperaba de su propio esposo, pero el cual nunca llegó. Lo recibió de amigos y su familia, pero jamás de él.
—¿Te gustaría hacer algún curso? —propuso Fanny.
—Sería genial —Anaís sonrió.
—Te ayudará, ¿qué te parece manualidades?
—Perfecto, he visto algunos vídeos en YouTube y en verdad, que hay unas bellezas que me gustaría aprender.
—Listo, nos anotamos las dos.
—¿Tú también? ¿Y tu trabajo?
—Sabes que tengo medio turno en la escuela, así que dispongo de bastante tiempo, aparte que Alexis empezará con turnos en La Ciudad Hospitalaria Dr. Enrique Tejera, y pues serán turnos dobles, así es la vida de un médico.
—No sé cómo le hacen ustedes.
—Ja, ja, ja, yo todavía me preguntó cómo fue que me case con un médico, cuando yo misma me negué hacerlo.
—La locura del amor te atrapó en tu sexi médico, ja, ja, ja —Anaís rio a carcajadas después de meses no hacerlo.
Muchas veces es difícil saber exactamente qué decir o hacer cuando un familiar o amigo sufre un aborto, pues no todos reaccionamos igual ante la perdida de un hijo, no existe una fórmula fija para brindar el consuelo correcto y la ayuda necesaria.
Pero ofrecerse a ayudar en casa, a cuidar niños si los hay, a preparar alguna comida y llevarla. Decir algo como.
“Lamento muchísimo lo sucedido.”
Palabras sencillas, pero que ayudan bastante, Anaís agradeció tener amigas que hicieran eso, pues la ayudo a afrontar su dolor.
Mientras tanto, Evelin llevaba su embarazo en buenos términos, el bebé crecía sano y fuerte, ya estaba en sus 30 semanas de gestación. De vez en cuando visitaba a Anaís, así no la viera en persona, le llevaba algo.
—Te he traído esto, mi niña.
—Gracias Nana, qué delicia —Anaís saboreo la bandeja con una razón de torta que traía su Nana.
—Te lo dejó, Evelin.
—Gracias, ¿Puedes decirle que venga mañana? Quiero verla, su vientre debe estar más grande.
—Sí, mi niña —la mujer sonrió feliz.
—Espero poder tenerla cerca mañana.
—Claro que si puedes mi niña, eres una guerrera fuerte y saldrás adelante —la mujer le dio un abrazo.
Carmen también apoyo a su hija, a pesar de tener una agenda apretada en su empresa, estuvo ahí para su hija.
—¿Qué te dice tu esposo? ¿Cómo está?
—También está dolido con todo esto, mamá, mejor no hablemos eso.
—Bien, Fanny me contó que empezarás un curso, me alegro por ti hija.
—Me ayudará a distraerme.
—¿Cómo te fue con Evelin? Nana me dijo que ella vino el martes a visitarte.
—Lo soporté un poco, mamá, pero es que verla con su vientre tan... —Anaís guardo silencio por unos minutos para agregar —la veo feliz, tendrá una niña.
—Qué bueno, hija.
—Estoy muy feliz por ella, Evelin pensó que jamás sería madre, pero lo logro al final.
Anaís empezó sus clases del curso de manualidades junto con Fanny y su estado de ánimo mejoro.