Los novios pasaron los siguientes meses con la agenda apretada, tenían mucho que atender, el trabajo, la familia y su relación. Anaís había logrado exportar su línea de productos hacia países cercanos, como Colombia y Brasil, gracias a qué la receptividad en el país fue un total éxito y estos empezaron a hacer solicitudes de pedidos. Luego de unos largos preparativos, la Torre Eiffel brillaba majestuosa en la noche parisina, iluminada por miles de luces que la hacían resplandecer como una joya preciosa. En un elegante salón de eventos en el corazón de la Ciudad del Amor, se celebraba una boda tan especial como única. Anaís Tatis y Gerald Garnier, rodeados de familiares y amigos, se preparaban para decir sus votos frente al altar decorado con rosas blancas y velas titilantes. —Ahí viene