—Ese niño tan guapo —Evelin abrazo a Kelvin, emocionada, tenía varios meses sin verlo. —Ya soy más grande, tía. —Crecerás fuerte y muy guapo, ¡eh! —Evelin después miro a su amiga —¿qué tal el viaje? —Todo bien, viajar en un avión privado siempre es lo mejor —responde Anaís con cierta ironía. —¡Qué malagradecida! —Evelin soltó una carcajada. —Creo que te debo hasta el alma, con todos estos gastos que has tenido conmigo. Evelin solo sonrió y cambio de tema al ver las rosas, con una sonrisa pícara. —Ahora son rojas, me parece que el mensaje es superclaro. Anaís rodó los ojos. —Le tengo que dar un buen ejemplo a mi hijo, por eso me las traje, de lo contrario hubieran ido a parar a la basura. —ja, ja, ja, ese cuento, ni tú misma te lo crees, ese enamorado te tiene loquita. —Me parece