CAPÍTULO NUEVE Gwendolyn estaba atónita al mirar hacia arriba a las puertas de Silesia, con su antigua piedra escarlata elevada al cielo en un arco, a sus puertas rojas con puntas de hierro afiladas y enormes, a su camino de adoquines rojos meticulosamente asfaltado, con los guardias en perfecta formación, todos en posición de firmes, todos usando la armadura roja escarlata de los silesios. Era como entrar en otro mundo. Dándole un toque aún más surrealista estaba su telón de fondo: el Cañón justo detrás, la interminable recta de cielo abierto, las nieblas turbulentas. La ciudad se alzaba justo en el borde del Cañón, como si se balanceara sobre él, la mitad de la ciudad estaba construida arriba de la tierra, y la otra mitad estaba construida por debajo, en los acantilados de granito del