CAPÍTULO CINCO Gwendolyn cabalgaba con el enorme séquito de soldados, consejeros, asistentes, concejales, Los Plateados, La Legión y la mitad de la Corte del Rey, mientras iban en camino — a una ciudad enorme —lejos de la Corte del Rey. Gwen se sentía abrumada por la emoción. Por un lado, estaba encantada de ser liberarse finalmente de su hermano Gareth, de estar lejos de su alcance, rodeada de guerreros de confianza que podían protegerla, sin temor a ser traicionada o de casarse con cualquiera. Finalmente, no tendría que cuidarse la espalda en todo momento de miedo de uno de sus asesinos. Gwen también se sentía inspirada y honrada de ser elegida para gobernar, de ir al mando de este gran contingente de personas. El enorme séquito la seguía como si fuera una especie de profeta, todos mar