Sintió como la respiración de Alessa se ponía pesada. Inconscientemente ella abrió las piernas para hacer que él se acomodara mejor en ellas. Sentía completamente el calor de su núcleo en su m*****o. Que cada vez que ella se frotaba su cuerpo contra el suyo, se volvía más hinchado.
Desde que la vio por primera vez, la necesidad de someterla lo estaba quemando vivo, pero ahora el deseo de hacerla suya, lo iba a volver completamente loco. Hemos jugado sucio con ella porque no le había dado más opciones que casarse con él, para recuperar la empresa familiar. Era un maldito bastardo.
La noche anterior lo había llamado lobo, estaba en lo correcto, porque ella era su caperucita a la que iba a devorar de mil maneras posibles hasta que quedara sin voz de tanto gritar su nombre. Quería más de su
