Era un perfecto cabrón. Le había armado un show a Alessa simplemente porque ni el mismo soportaba sus celos.
-Hola Bebe.
De nuevo Mariana había entrado sin tocar. No le gustaba para nada que actuara de esa manera. —Se te ha vuelto costumbre entrar a mi oficina sin tocar.
Ella le sonrió con paciencia. —Al parecer no dormiste bien anoche. Te cuento que yo tampoco —guiñó un ojo coquetamente.
La miró con asombro. ¿Ahora a esta mujer qué le pasaba? ¿Acaso estaba loca? Era cierto que no había tenido que dormir, pero fue un pensamiento en Alessa en los brazos de otro hombre.
No seas ridícula, por favor. ¿Qué necesitas? —Preguntó sin un toque de cortesía.
—Quería darte solo los días buenos haciendo pucheros—. No sé cómo lo harás, pero me tienes que compensar por lo de anoche.
Yasir la mi
