Se veía hermosa, con ese vestido rosa palo, pegado al cuerpo, y ese cabello, lo había teñido, incluso estaba muy corto, lo andaba suelto y en pequeñas ondas, Joseph no podía disimular, estaba realmente hermosa, sentía como su corazón quería salirse de su pecho. Emma por su lado lo veía sin dar crédito, ¿Acaso estaba soñando? Y si no era así, ¿Qué hacía él ahí? Lo escaneo de pies a cabeza, definitivamente ese hombre se había puesto muchísimo mejor. Ninguno de los dos apartaba la mirada del otro, todo lo demás desapareció de su alrededor, al fín se tenían al frente, sus ojos no podían negar la emoción. Cuando Joseph estuvo lo bastante cerca de ella, Emma se tiró a sus brazos. —Josh, ¡estás aquí! — dijo con las lágrimas apunto de salir de sus ojos. —No podía faltar a algo tan importante p