La primera impresión de Aisha fue de completo asombro, sobre todo al escucharlo, no pudo evitar que dentro de su pecho, su corazón latiera apresurado, pudo aspirar su aroma, ese aroma tan característico de él que la había acompañado todo ese tiempo mientras creía que estaba muerto. —Ahmed. —Hizo un gran esfuerzo para pronunciar su nombre, las luces se encendieron en ese momento. Pudo ver que Ahmed la veía fijamente, no pudo evitar observarlo, se veía tan atractivo como siempre, pero su cara reflejaba un gran disgusto. —No te autorizo a llamarme por mi nombre, para ti soy el señor Assad, ahora estoy enterado de que clase de mujer eres realmente, y todo lo que hiciste sufrir a mi esposa y a mis hijos durante estos años. Ella lo miraba asombrada, no tenía idea de que estaba hablando. —¿S