Segunda esposa

1624 Words
Basima se levantó rápidamente del lugar en el que estaba, al observar que su hijo regresaba en compañía de Lyna. Él buscó la mirada de su madre, ella lo evitó haciéndolo evidente, estaba molesta, no podía creer que no pusiera en su lugar a Lyna. Era más que obvio que estaba haciendo lo posible por molestar a Aisha, Basima se alejó de ellos, sin cuando menos voltear a ver a Lyna, su hijo era un tono, sí seguía así, iba a perder a Aisha. Basima se sentía arrepentida de sus acciones pasadas, había hecho sufrir a su hijo al no aceptar a la mujer que amaba, ese pensamiento se refería a Aisha, por cómo había tratado años atrás a Lyna, jamás se arrepentiría. —Tenemos que ser muy inteligentes, hija —dijo mientras se sentaba junto a Aisha —esa mujer es muy astuta, siempre lo ha sido, sí no le ponemos un alto ahora, terminara alejando a Ahmed de nosotros, Ahmed te ama, pero lo atormenta la culpa. —No quiero presionarlo, sé que para él es difícil, sufrió mucho cuando creyó que había muerto junto a sus hijos. —Fueron demasiados años de ausencia, creéme que suelo tener presentimientos, y ahora tengo miles respecto a ella. Lyna observaba a las dos mujeres disimuladamente, sonrió malévolamente, después recostó la cabeza en las piernas de Ahmed, tomó las manos de él y las colocó sobre ella, fingió quedarse dormida. Ahmed se sentía incómodo sabía que Aisha estaba sufriendo, pero no fue capaz de alejarse de Lyna. El Jeque Ahmed Khan Assad, por una vez en su vida no tenía idea de cómo iba a salir de ese lío, sí no amara intensamente a Aisha, no le importaría lo que pensara al devolver su lugar a Lyna. Pero sentía una terrible presión dentro de su pecho, el miedo a perderla crecía con cada minuto que pasaba junto a Lyna. Lyna sentía su frialdad hacía ella, todos esos años pensó que cuando regresara, Ahmed correría a sus brazos, dejando de lado a Aisha, mientras mantenía los ojos cerrados, en su mente maquinaba todo lo que haría. Aisha se levantó para dirigirse al área de televisión, donde se encontraban los hijos de Lyna. —Hola, ¿Qué película están viendo? ¿Puedo acompañarlos? Recibió el silencio como respuesta, aun así se sentó cerca de ellos para ver la película, sabía que a Ahmed le gustaría que llevara una buena relación con sus hijos. —Vete de aquí, nos molesta tu presencia. Aisha volteó a ver a Abdel enseguida, pudo ver un profundo odio reflejado en su rostro. —Hermano, los abuelos nos han dicho que no debemos de ser groseros con las personas mayores. —Está mujer no se merece nuestro respeto, está mujer es la culpable que nuestro padre no estuviera con nosotros durante los años que estuvimos lejos, así que a mí no va a venir a exigirme respeto. Abdel empuñaba sus manos mientras lo decía, Aisha se dio cuenta en ese momento que Lyna los había envenenado en contra de ella, ¿Cómo era capaz de mentir? Ella no era culpable de lo que el chico decía. —Abdel, yo no…. —¿Abdel? Por lo visto no sabe las reglas básicas de cortesía, se debe dirigir hacía mí como su majestad, yo seré el heredero de mi padre algún día. Las demás personas que se encontraban en el avión se dieron cuenta enseguida, Abdel había alzado la voz, Lyna se levantó para dirigirse hacia ahí enseguida. Ahmed la siguió, también Basima hizo lo mismo. —¿Qué pasa, hijo? —Preguntó Lyna. —Está mujer que se atreve a molestarnos. Está vez Lyna no pudo fingir la aparente quietud de siempre, se acercó a Aisha, y sin que Ahmed lo pudiera evitar, alzó su mano y golpeó fuertemente la mejilla de Aisha. —Con mis hijos no te metes, ya te enseñaré cuál es tu lugar, estúpida. Aisha que aún continuaba sentada, colocó su mano sobre su mejilla, se sintió furiosa, pero al ver el rostro de desconcierto de Ahmed, se detuvo, en su mente ya había tomado por el cabello a Lyna, y recorrido todo el interior del avión con ella. —Lyna, ¿Qué haces? No te permitiré que hagas daño a Aisha. Ahmed después del desconcierto inicial, sin poderlo evitar, sintió una profunda furia. —¿La vas a defender, después de que molestó a nuestros hijos? Por Dios, Ahmed, estás ciego por ella. Basima que recién llegaba, se sintió también furiosa, al ver que esa mujer había golpeado a su nuera, y sin pensarlo, no dio tan solo un golpe, si no dos en la mejilla de Lyna. —Esto es para que aprendas a respetar a mi nuera, no se te ocurra volver a tocarla porque te arrancaré las manos, por cada golpe que se te ocurra darle, yo te daré el doble, estás advertida. —Madre, por favor, paren esto. Ahmed enseguida se sentó para abrazar a Aisha, Lyna se le quedó viendo por los ojos enrojecidos por la furia, pero de pronto se dio cuenta de que eso no funcionaría, así que cubrió su rostro con sus manos y comenzó a llorar desconsoladamente. —No puedo creer que después de que sufrí durante años por tu culpa, permitas que estás mujeres me traten como si yo no valiera, no te preocupes Ahmed, en cuanto lleguemos tomaré un avión que me lleve a Suiza. Ahmed palideció al escucharla, a su mente llegó todo lo ocurrido en el pasado, no deseaba perder de nuevo a sus hijos. Lyna se dio cuenta de la turbación del árabe, se dio la vuelta y se alejó de ellos junto a sus hijos. —Lyna, espera —Ahmed se levantó inmediatamente para seguirla, dejando a Aisha. —Esa mujer sí que nos dará problemas, hija, pero como vuelva a tocarte, va a conocer una versión de mí que hasta ahora no ha conocido, y mira que me conoció muy bien en el pasado. Aisha sentía su corazón oprimido, Ahmed la dejó ahí para ir tras de Lyna, eso era algo que le dolía, se levantó para regresar a la habitación con sus pequeños hijos que aún dormían. La nana se sentó junto a Basima que observaba como su nuera entristecida se marchaba. —Debe darle tiempo a la niñ* Lyna, ella no es mala, solo está dolida que al regresar el señor Ahmed ya esté casado, y mucho menos tiene la culpa la señora Aisha, ella solo ha quedado en medio de todo esto, y es claro que está sufriendo. —Vaya, mujer, por lo que veo ya no es tu niñ* mi nuera, ahora lo es de nuevo Lyna, a pesar de que te trata como si no valieras nada para ella, tienes que ver en dónde están tus prioridades, esa mujer es nuestra enemiga, y si piensas estás de su parte, no podrás estar junto a Aisha. La pobre nana bajó la mirada, no quería estar inmiscuida, y mucho menos tomar partido. Mientras tanto, Ahmed se sentó junto a Lyna, en cuanto él llegó, sus hijos se levantaron de ahí, estaba claro que lo culpaban a él de lo sucedido, no habían crecido bajo su cultura, y tal vez que su padre tuviera otra esposa, era algo inconcebible. El árabe se dio cuenta de que sería muy difícil ganarse su cariño, no creía capaz a Lyna de haber sembrado odio en sus hijos, tal vez estaban confundidos por lo que habían visto desde su llegada. Horas después, el avión aterrizaba en el hangar privado en Dubái, Ahmed quién había viajado todo ese tiempo junto a Lyna en completo silencio, dio un fuerte suspiro. Se disculpó con Lyna y se dirigió hacia la habitación, para ayudar a Aisha con sus hijos, la chica ya estaba por salir, cuando él abrió la puerta. —Vaya, pensé que no te darían permiso de acercarte a tus hijos. —Aisha, por favor. —Tendré que decirte que me iré lejos con mis hijos, así quizás logre que permanezcas a nuestro lado, o tal vez deba hacerme a un lado para que recuperes con ella lo que tenían. —Sabes que tu eres mi vida, y jamás permitiré que te alejes, escuchalo bien, nunca, Aisha, sabes que eres mía. Ahmed se puso tenso en cuanto la escuchó decir aquello, sabía que no lo decía en serio, pero él le ponía las cosas claras de una vez por sí algún día pensaba en hacerlo. Aisha no deseaba discutir con él, eso era precisamente lo que la pelirroja quería, pero no podía evitarlo, los celos que estaba sintiendo, la tenían confundida. Zafir que viajaba en el mismo avión, en otra área completamente dividida, se acercó a Lyna y a sus hijos, para ayudarlos a bajar, la mujer pasó a su lado ignorándolo completamente, él recordó que en el pasado, siempre había sido prepotente cuando Ahmed no la veía. El guardaespaldas había avisado a Dubái sobre su llegada antes de tiempo, así que ya los esperaban a su llegada, también Caroline y Amira habían acudido a recibirlos, no entendían por qué habían adelantado su regreso, algo delicado tendría que haber ocurrido. Las dos mujeres se sorprendieron al ver que la pelirroja y sus hijos bajaban del avión en compañía de Zafir, conocían a su esposa, y esa mujer no se le parecía, Amira reconoció perfectamente a Lyna cuando pasó junto a ellas ignorandolas. —Amira, Amira, reacciona mujer por Dios. —Caroline la sostuvo entre sus brazos cuando estuvo a punto de desmayarse por la impresión que había sufrido. —¡Por Alá! Esa mujer, esa mujer. —Repetía Amira una y otra vez mientras veía a Lyna.
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