Las chicas, en su mayoría de entre dieciocho y treinta años, amaban a los falang y esperaban conseguir que uno de ellos las llevara a casa. Cuanto más leía sobre sus posibles vacaciones, más se daba cuenta de que necesitaban una. Sus trabajos eran tan intensos que normalmente eran los últimos en darse cuenta de que necesitaban unas vacaciones, pero así era como se sentía Bob entonces. Se moría de ganas de ver a las encantadoras chicas en los bares y en las playas. ∞ —“Capitán Ursine, ¿ha podido estudiar ya las imágenes de Belfast?” —“Llámame Pierre, por favor, y yo te llamaré Ali, si puedo. Sí, he estado mirando las imágenes toda la mañana, pero splo las he recibido hoy. ¿Y tú?” —“Lo mismo, Pierre. ¿Has visto algo digno de mención?” —“No, no puedo decir que lo haya hecho todavía, pe