CAPÍTULO NUEVE Avery tuvo que hacer unas cuantas llamadas para lograr hacer una cita de emergencia con un entomólogo, pero finalmente lo logró. Había albergado la esperanza de reunirse con un aracnólogo, pero el museo no empleaba ninguno. Así que Avery se conformó con lo que tenía y, al final, resultó complacida… y un poco asustada. Donald Johansson era un hombre de sesenta años de edad con una sonrisa encantadora que usaba anteojos. Cuando Avery tocó la puerta de su oficina, él contestó con una voz firme pero amable. Avery se encontró en una oficina donde cada centímetro de las paredes estaba cubierto de fotografías de diferentes insectos. Vio varias arañas entre ellos. —¿Detective Black? —preguntó Johansson. —Sí, soy yo. Gracias por reunirse conmigo con tan poco tiempo de aviso. —No