La semana pasó sin más novedades, pero a un paso increíblemente lento. Solo quería que llegara el martes. Tenía que hablar con Abril. Fui a mis turnos en el hospital y comencé a salir a cenar. Siempre iba sola hasta que una noche Isa me pilló de camino y no me dejó ir. - ¿Quieres morir? No deberías andar sola en las noches- me reto. Fue divertida la manera en la que se preocupaba. A decir verdad, Esa era una mujer increíble. Ojalá pudiera sacar todo de mi corazón e intentar enamorarme de ella. Pero era imposible. A pesar de todo, disfrutaba demasiado la compañía de esa chica. Era divertida y me hacía sentir increíblemente bien. Era como si pudiera tomar mi mano y ayudarme a seguir en un mundo en el que yo era totalmente ciega, y para agregarle encanto, me guiaba de manera divertida.