Cálidos brazos

1502 Words

Ambos estaban en la habitación de hotel, juntos, en silencio en ese amplio espacio que al mismo tiempo era tan pequeño estando solos. Atenea tiró los tacones al piso y colocó el bolso en la cómoda mientras se deshacía de sus pendientes y alguna otra joya que llevaba encima. Luego, tranquilamente, se sentó frente a la cómoda para remover su maquillaje, aunque en el proceso se sentía incómoda porque sabía que la penetrante mirada de Valentino reposaba sobre ella, en silencio, al acecho, aún bajo esa cortina de misterio. —Duerme en el sofá —rompió ella el pesado silencio. —¿Qué? —reaccionó él, desconcertado. —No pienso dormir en la misma cama que tú —pasó la esponjilla por sus mejillas y bajo sus ojos. —No seas ridícula. Ahora estamos casados —espetó él, recuperando su humor agrio—. ¿Real

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