—¿Qué? —Los ojos de Lenox se abrieron sorpresivamente ante la revelación de Atenea, sin esperárselo.
—Por eso estoy aquí —continuó, cortando el filete de su plato—. Realmente quiero poner fin a todo esto, Lenox; deseo irme lo antes posible.
—¿Cuándo vas a actuar? —preguntó el italiano, bebiendo de su vaso de jugo para facilitar la deglución, casi atragantándose por la sorpresa—. No, más bien, eso no es lo importante ahora. ¿Puedes romper el contrato que tienen? Por lo que me dijiste, están casados bajo contrato.
—Tengo el poder para hacerlo —dijo con seguridad—. Eso no es nada para mí. Mis padres harían todo lo posible por mi felicidad.
—Entonces no entiendo por qué te casaron.
—No me opuse lo suficiente, y al principio no me afectaba estar casada con él. Ahora sí, y ya no quiero segu
