En el comedor, la tensión flotaba en el aire como una fina niebla. Layla, con su mirada penetrante, y Dimitri, sentado a su lado, intercambiaban miradas que parecían más afiladas que cualquier cuchillo en la mesa. Valentino y Atenea, en cambio, compartían un silencio profundo mientras saboreaban su desayuno. Desde el momento en que despertaron juntos hasta bajar al comedor, habían mantenido una conexión silenciosa. Ella un poco incómoda y sin adaptarse aún a la relación que habían entablado, y él que actúa de manera diferente con ella. Más dulce y más atento. ¿Será posible que todo cambie entre ellos?. —Layla, me enteré por Soledad de que decidiste mudarte a la mansión anoche. ¿Hubo algún motivo? No me avisaste de antemano para prepararte un recibimiento adecuado —Atenea rompió el incó