—Hola —con timidez, la joven saludó al hombre, quien la examinaba de pies a cabeza mientras permanecía de pie frente a él.
—Hola, muñeca— le devolvió el saludo el hombre, llevando el borde del vaso a sus labios y dando un lento sorbo, sin apartar sus ojos de ella.
—Niña, ¿cuál es tu mesa? No interrumpas a...
—¡No soy una niña!— interrumpió la rusa con enfado, la punta de su nariz enrojecida por la rabia.
—Está bien, déjala—intervino el individuo, haciendo una señal con la mano a los hombres que estaban detrás de él. —¿Quieres beber una copa conmigo?— le preguntó, fijando sus ojos en la chica.
—Sí—asintió ella con una sonrisa, tomando asiento frente a él en un sofá individual.
—¿Cuál prefieres? ¿Vodka? ¿Brandy? ¿Whisky?—inquirió, siendo consciente de que la chica frente a él ya parecí
